El Día de la Candelaria se celebra cada 2 de febrero en Francia con una porción de crepes. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Una tradición que ha evolucionado y se mantiene hasta hoy, así es el Día de la Candelaria o Le Chandeleur (en francés). Cada 2 de febrero se celebra comiendo crepes entre amigos y familiares, o incluso en las escuelas y colegios.
La tradición original nació de los pueblos campesinos quienes utilizaban este día para hacer una fiesta que traiga suerte y buen clima a sus cultivos. Poco a poco se involucró la religión y se convirtió en un día para rezar por eventos favorables para los cultivos -sobre todo de trigo-.
Ahora, la fiesta también continúa con una tradición que busca traer suerte en el ámbito financiero. Al convocar una reunión entre amigos o familiares, las crepes que se realizan en casa tienen una particularidad. Al momento de elaborarlas se utiliza una mano para voltear la crepe y la otra para sostener una moneda de oro antigua, con el deseo de traer un porvenir económico en el año.
Hélène Bekker, directora de la Alianza Francesa de Quito, explica que a través de la elaboración de crepes en vivo se busca tomar en cuenta las festividades. Este evento, dice, tiene además mucho atractivo para padres, madres de familia y niños.
En la Alianza Francesa, La Candelaria se recordó junto al chef Benoite Chatel, quien -desde las 11:00 hasta las 17:00- realizó crepes de caramelo, manjar, limón, nutella con frutillas o de jamón, queso y huevo en un ambiente con música francesa contemporánea.
Existen crepes de sal o crepes de dulce. Cada uno es una delicia con sabores distintos. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Para Chatel, todos los días deberían disfrutarse con crepes. En esta ocasión explica que es especial porque puede compartir con el público quiteño las crepes de su región Bretagne, en donde -dice- se inventó la receta que se ha transmitido por generaciones y que a través de él se puede degustar en Quito.
Dada la fecha no faltaron franceses que sumaron su amor por la cocina casera. El profesor de francés Alexandre Peycé llegó a la Alianza con un platillo de crepes listas para compartir. Reconoce que las crepes caseras son para eso. A diferencia de las crepes comerciales, las que se elaboran en casa llevan masas enriquecidas.
Cada familia varía en sus recetas por lo que él elabora crepes que llevan ron, ricar –licor que tiene regaliz y anís-, esencia de azar y vainilla en tallo. Los trozos de vainilla dan textura a la masa que no contiene azúcar por los ingredientes añadidos. El objetivo es que sean de masa delgada y se doblan como pequeños bocadillos para comer más de uno y combinar distintos sabores.