Una inédita expedición robótica intentará descifrar los secretos de El Niño, un fenómeno natural que periódicamente deja una estela de muerte poco conocida en el mar de las islas Galápagos, y su eventual relación con el cambio climático.
Si bien todavía no hay evidencia concluyente que relacione ambos fenómenos, los expertos se toman muy en serio la posibilidad de que las malas prácticas ambientales tornen más frecuente e intenso el evento climático de El Niño.
“Por cientos de años este sistema (climático) se ha mantenido sin el peso adicional del calentamiento global ” , dijo Eduardo Espinoza, responsable de Investigaciones Marinas del Parque Nacional Galápagos (PNG) .
Sin embargo, advierte, el cambio climático asociado al hombre podría convertir a El Niño en una sentencia de muerte para varias especies marinas únicas del archipiélago ecuatoriano.
“Con estudios a futuro vamos a poder determinar si es que tenemos mayor intensidad y frecuencia de estos fenómenos de El Niño por el cambio climático ” , señaló Espinoza.
Ubicado a unos 1.000 km de la costa, el archipiélago de Galápagos -el laboratorio natural que inspiró la teoría evolutiva- sufre cada tanto con la llegada de El Niño, caracterizado por el aumento de las temperaturas en el océano Pacífico, las fuertes lluvias y el debilitamiento de los vientos.
A raíz de ello, científicos del Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar) , en alianza con los organismos estadounidenses de investigación WHOI y Scripps, lanzarán el 16 de octubre una expedición robótica para conocer más sobre esta anomalía.
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Por los siguientes dos años, seis robots se sumergirán en el mar de Galápagos para recolectar datos sobre la subcorriente Ecuatorial de Cromwell, responsable de la generación de alimento en las aguas de las islas e involucrada en el fenómeno de El Niño, dijo el capitán Wellington Rentería, del Inocar.
“El Niño ha generado estragos en Galápagos, especialmente el aumento de la temperatura ha hecho que prácticamente todos los arrecifes de coral hayan desaparecido ” , recordó.
Organizaciones como el Programa Internacional Sobre el Estado de los Océanos (IPSO, en inglés) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) advirtieron a inicio de mes que los océanos están sufriendo un triple impacto: el calentamiento global, la desoxigenación y la acidificación (descenso del pH) .
“Hambre y muerte en lo profundo del océano”
Después de Australia, las islas Galápagos -declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad– cuentan con la segunda reserva marina más grande del planeta, con 133.000 km2, según el PNG.
Entre 1982 y 1998, El Niño golpeó con fuerza el archipiélago y dejó una huella de muerte: blanqueamiento de colonias de corales, reducción dramática de poblaciones de pingüinos de Galápagos -ya en peligro de extinción-, cormoranes voladores, lobos marinos e iguanas marinas.
Algunas especies murieron de hambre, debido a que las algas de las que se alimentan desaparecieron temporalmente. El Niño disminuye la productividad del mar, y cada grupo de animales tarda años en recuperarse, por lo que a mayor frecuencia de estos eventos menor es el tiempo para el restablecimiento de especies.
“En las iguanas marinas encontramos algo muy interesante porque, con el fenómeno de El Niño, se encogen, se adelgazan. Pierden hasta cinco centímetros de altura ” , comentó Judith Denkinger, bióloga e investigadora del Instituto de Ciencias del Mar de la privada Universidad San Francisco de Quito.
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Después de cada fenómeno de El Niño -cuya frecuencia puede oscilar entre dos y ocho años según el PNG-, las especies tardan entre 15 y 30 años en recuperarse, es decir restablecer el equilibrio entre natalidad y mortalidad.
Sin embargo, la posibilidad de que un nuevo fenómeno impacte con fuerza las islas durante ese tiempo de recuperación “ es muy grande, lo que básicamente significa que la población va a la extinción ” , afirma Denkinger, una reputada investigadora de la vida marina de Galápagos.
En el archipiélago confluyen varias corrientes y subcorrientes marinas que explican su enorme riqueza biológica, una de ellas es la Ecuatorial de Cromwell que arrastra los nutrientes que conforman la vasta cadena alimentaria.
Mientras se logra caracterizar esa importante subcorriente, y establecer su relación con El Niño, la vida marítima de Galápagos se deteriora más rápido que la terrestre pese a los esfuerzos de conservación, según Denkinger.
“La parte marina no está para nada bien. Estamos preocupados con los lobos marinos; estamos viendo una caza intensa de tiburones dentro y fuera de Galápagos, y la población humana aumenta tanto que en las zonas costeras se notan los cambios; se nota que ya no hay tantos peces ” , señaló la investigadora.