‘Violator’ fue el álbum que dio reputación a un género subestimado y que consagró al grupo Depeche Mode. Los británicos debían entrar al Salón de la Fama del Rock en este 2020. Foto: Facebook / Depeche Mode
Entre los innumerables efectos que ha causado el covid-19 está la suspensión de la ceremonia de entrada al Salón de la Fama del Rock de este año. Entre los artistas que debían ser homenajeados está Depeche Mode, el grupo británico de música electrónica que hace tres décadas alcanzó la consagración global con su álbum ‘Violator’, publicado el 19 de marzo de 1990, y que se convirtió en un éxito tanto de ventas como de críticas.
Se vendieron 13 millones de copias y el cuarteto, integrado por el cantante David Gahan y los instrumentistas Martin Gore, Alan Wilder y Andrew Fletcher, obtuvo una celebridad planetaria que, en ese momento, apenas pudo ser manejada por los músicos.
Habían logrado conmover a millones de oyentes que se identificaron con esta propuesta de sonidos más bien oscuros, de letras intimistas y con un nivel poético que encajaba en la sensibilidad de aquellos que se sentían incomprendidos por ser raros. Al final, los ‘freaks’ eran una legión.
La doble celebración de este año no pudo ser, pero eso no cambia el hecho de que ‘Violator’ merece una nueva valoración. Depeche Mode tardó seis álbumes para llegar a ‘Violator’ y demostrar que la música electrónica podía superar el mal augurio de que estaba destinada a las discotecas, como máximo recinto.
Este prejuicio fue ‘culpa’ de Kraftwerk, el grupo alemán que, en 1975, dejó atrás la concepción de la electrónica (interpretaciones de sinfonías de Bach usando el Moog, efectos sonoros para las pelíclas del espacio, el soundtrack de la serie ‘Dr. Who’…) para ofrecer un puñado de canciones tan revolucionarias que cambiaron para siempre al género. O, mejor dicho, lo reinventaron para hacerlo parte de la industria.
El uso de sintetizadores de Kraftwerk en su álbum ‘Autobahn’ causó un gran impacto en artistas como el inglés David Bowie e inspiró a músicos que luego incursionaron e impulsaron géneros como el dance, el house y el trance.
Kraftwerk,a pesar de su influjo, no gozó del respaldo unánime y nunca tuvo un número uno en los años 70, pues también se acusó a su música electrónica (y a la de sus herederos) de ser fría, mecánica, sin alma. Carecía de la imperfección humana y eso la volvía distante para muchos.
El inglés Vince Clarke quiso demostrar que podía hacerse música electrónica digerible y divertida como líder y compositor principal de Depeche Mode, que lo fundó con Gahan, Gore y Fletcher. El álbum debut de 1981, ‘Speak & Spell’, tuvo éxito gracias a la canción Just Can’t Get Enough y permitió al grupo vender discos en EE.UU. y salir de gira.
Parte de este buen inicio se debía al apoyo del productor británico Daniel Miller, quien creó el sello Mute justamente para apoyar y difundir la música electrónica. Sin embargo, Miller no pudo ser el árbitro ideal entre las ideas bailables de Clarke, eficiente creador de melodías, y el resto del grupo, afectado porque la prensa los consideraba una versión infantil de Kraftwerk.
Clarke, aburrido de pelear, dejó Depeche Mode en el mismo 1981 y creó el dúo Yazoo con la cantante Alison Moyet, con quien grabó dos álbumes que tuvieron amplia acogida en Gran Bretaña.
Clarke resultó ser muy conflictivo y rompió con Moyet en 1983; fundó junto al cantante Andy Bell un dúo que merece un artículo aparte: Erasure. Con 28 millones de álbumes vendidos y con canciones emblemáticas como ‘A
Little Respect’, Erasure demostraba que Clarke tenía razón: la electrónica era para bailar y no tanto para hacer pensar.
Martin Gore no estaba de acuerdo. Asumió la tarea de compositor principal y reemplazó a Clarke con Alan Wilder . Miller y el sello Mute continuaron con su respaldo a Depeche Mode, que maduró poco a poco, distanciado voluntariamente del resplandor de Erasure y de otra banda británica que triunfaba en el techo-pop de los 80: Pet Shop Boys.
Si Erasure y Pet Shop Boy eran coloridos, los miembros de Depeche Mode optaban por videoclips en blanco y negro y letras melancólicas mientras exploraban constantemente para ampliar la paleta de sonidos, desde lo industrial hasta el rock, pero mirándolo todo desde la electrónica y no al revés.
Por eso, el éxito con las masas tardó en llegar, pero también porque Miller se quedó sin ideas. Para ‘Violator’, séptimo álbum oficial del grupo, el productor fue Mark Ellis, llamado ‘Flood’ porque trabajaba tomando litros de té.
‘Flood’ impulsó a Gore para que también tocara la guitarra, animó a Wilder (el único de los miembros del grupo con estudios formales de música) a no temer al sonido comercial bailable y a Fletcher a programar sin descanso.
Gahan, cuya voz grave aportaba solemnidad a las canciones, se volvió más técnico y preciso. Por eso, al final el grupo firmó como co-productor de ‘Violator’.
El álbum consta de nueve canciones y dura 47 minutos. Los temas Personal Jesus (single de agosto de 1989 que habla sobre la relación tóxica de Elvis Presley y su esposa), Enjoy the Silence, Policy of Truth y World in My Eyes impulsaron las ventas, que superaron todas las expectativas.
Enjoy the Silence, un himno sobre la música misma y el poder del silencio, es considerada una de las grandes canciones del género, pero también la que mejor resume la ruta de Depeche Mode, que después de tanto batallar pudo obtener el respeto que sus miembros buscaban y, por fin, disfrutar en paz su triunfo.
¿Paz? No tanta. Lo que vino después fue la típica espiral de autodestrucción por los excesos, sobre todo los de Gahan, y una resurrección que permitió al grupo, convertido en trío desde 1995 tras la deserción del exhausto Wilder, mantener una carrera vigente hasta hoy.
Curiosamente, Erasure también ha resistido, al igual que Pet Shop Boys. Al final, la electrónica de los años 80 no fue tan perenne ni tan superficial como se auguraba.