El actor Ryan Reynolds interpreta al antihéroe Deadpool por segunda ocasión. Foto: Captura de pantalla YouTube
En la interminable expansión del universo Marvel, Deadpool aparece como uno de los personajes menos convencionales y poco serios que se han mudado de las viñetas a la pantalla grande. Esta vez protagonizando su propia película, ‘Deadpool’ se estrenará en los cines del Ecuador el próximo viernes abriendo la temporada de superhéroes.
Hace siete años, el director Gavin Hood ya puso en escena una primera versión cinematográfica de este antihéroe bajo la forma de un oscuro, letal y silencioso mutante en ‘X-Men orígenes: Wolverine’.
Pero ese personaje mantenía una considerable distancia con la personalidad y apariencia con las que ganó popularidad en el cómic. En un intento por devolverle su identidad, la 20th Century Fox dio luz verde a un proyecto impulsado en primera instancia por el guión de Paul Wernick y Rhett Reese, del que se hizo una muestra en CGI (Imagen Generada por Computadora) que terminó filtrándose en Internet con una excelente recepción.
Sobre el papel, Deadpool recupera su irreverente personalidad y sarcástico humor intercalado entre explosivos arranques de violencia, que obtuvo una calificación restringida para menores de 15 años en el Ecuador.
El proyecto también había generado expectativa en el actor Ryan Reynolds quien ya había interpretado al mutante en ‘Los orígenes de Wolverine’. Ese relativo interés se derivó en el encargo del papel protagónico para Reynolds y en un intento del actor por reconciliarse con el mundo de los superhéroes tras una fallida incursión en el territorio DC Comic, con ‘Linterna verde’, estrenada en el 2011.
El riesgo fue aún más lejos cuando se encargó la dirección de la película a un novato Tim Miller, para quien ‘Deadpool’ se convertía en su primer largometraje. Ensamblada como una historia de venganza, la cinta revela en retrospectiva la historia de un exagente de las fuerzas especiales convertido en mercenario.
Tras someterse a un peligroso experimento, como alternativa para curarse de un cáncer terminal, queda desfigurado pero adquiere una acelerada capacidad de autosanación, lo cual lo lleva a adoptar, bajo una máscara y un traje, el álter ego de Deadpool.
Pero la película también toma consciencia de su condición de ficción y representación al dejar que el protagonista rompa la cuarta pared y encare directamente al público con su negro humor, haciendo, además, de la autocrítica su mejor jugada.
El cinismo del personaje va más allá de la cinta y se ha revelado a través de una inteligente campaña de marketing donde el antihéroe abrazó una campaña para la detección temprana del cáncer e irónicos gags alusivos a la cultura pop.
Esos elementos anticipan un entretenido espectáculo de acción que hacen que esta cinta se aleje de las fórmulas del clásico cine de superhéroes.