El actor Ricardo Darín recibe el Goya al mejor actor por su papel en ‘Truman’, durante la ceremonia de la 30 edición de los Premios Goya. Foto: EFE
Si alguien esperaba un discurso tibio, centrado en agradecimientos a la familia y al equipo de producción, entonces debían seguir otra ceremonia de premios, no los Goya, entregados en la noche de ayer (6 de febrero del 2015).
Sentado en las primeras filas, con el galardón de la crítica española ya en su estantería, el actor argentino Ricardo Darín, llegó a la competencia como favorito por su interpretación en ‘Truman’, una emotiva comedia dramática dirigida por el español Cesc Gay, que además de otorgarle al porteño la estatuilla como mejor actor se convirtió en la gran ganadora de la noche con cinco premios, incluidos: mejor película, mejor director, mejor guión original y mejor actor de reparto.
“Hagan algo por la cultura porque es lo único que hay que hacer”, les dijo a los políticos presentes al recibir su primer trofeo en esta competencia española que se celebra desde 1987.
Con ese acostumbrado tono sarcástico, señaló que no podía dejar pasar la ocasión para incrustar una reflexión sobre el oficio del cine, sus recompensas pero también sus sacrificios. “Y menos con políticos tan bien vestidos”, agregó sonriente.
Y es que además de protagonizar varias de las películas más exitosas del cine argentino, entre ellas ‘El secreto de sus ojos’, ganadora a la mejor cinta extranjera en los Oscar del 2010, Darín es famoso por sus constantes reflexiones del quehacer político.
En el 2013, desató la polémica al pedir que alguien le explicara el crecimiento del patrimonio de los funcionarios públicos, incluido el de la familia Kirchner (Cristina Fernández era en ese entonces la presidenta de Argentina).
Como lo ha expresado en varias entrevistas, sus interrogantes al poder no las hace porque crea que como actor tiene un compromiso político, sino porque todos deberían tenerlo en su calidad de ciudadanos.
Pero si algo es un compromiso para el actor de 59 años es su calidad de interpretación, la posibilidad de amar en cada escena que rueda. Y de acuerdo con la crítica especializada, una vez más el argentino lo ha conseguido al encarnar a un hombre con una enfermedad terminal, cuya principal preocupación es saber con quién se quedará su perro Truman, una vez que él no esté.
Para Darín, ‘Truman’ es todo menos una película deprimente, aunque toque temas sensibles como el cáncer y la muerte. Es una posibilidad de hablar del respeto al derecho que cada persona tiene sobre cómo vivir su vida y también como dejarla.
Más allá de la valentía, el actor ha explicado que su personaje se basa en la fuerza de las convicciones, aquellas que a él en la vida real le llevan a ser crítico y a aprovechar cada oportunidad para sacar al poder (no importa de qué naturaleza) de su zona de confort.