En Cotopaxi las fiestas andinas se caracterizan por presentar a personajes que hablan de la naturaleza; la de Belizario Quevedo es un ejemplo. Foto: Cortesía Prefectura del Cotopaxi
Las fiestas de la parroquia Belisario Quevedo, en Latacunga, se celebran con bandas de pueblo, danzantes, yumbos y monos. Estos personajes son los encargados de animar la festividad en honor a las fiestas patronales, el padre Sol y la Pachamama (Madre Tierra). Sus coloridas prendas son el atractivo para los visitantes.
‘Los monos’ son los encargados de abrir paso a las delegaciones y de tomarse la plaza central. También hay disfrazados de leones, tigres, jaguares, perros y osos. Los movimientos se hacen al ritmo de las bandas de pueblo.
Jorge Guamán, prefecto de Cotopaxi, explica que los hombres disfrazados hacen bailar a los asistentes. “Son personajes coloridos que están presentes en la mayoría de celebraciones de las comunidades andinas”.
Otros personajes que participan en las fiestas son los danzantes y yumbos. Los trajes de los tushug (danzante), que significa en español bailarín, sacerdote o hacedor de la lluvia, consisten en un faldón y camisa blanca. La vestimenta cuenta con una pechera -que representa la chacana o cruz andina– que está cubierta de espejos y oropeles (falso oro).
En la espalda va una banda de siete colores, que representa al arco iris y que está unido al cabezal, el vistoso artículo que los danzantes llevan en su cabeza. El adorno tiene símbolos que se asemejan al Sol, la Luna y a las deidades en las que creían los antepasados. Todo el traje se adorna con cascabeles y campanas que van en los pies y se cree que son los que llaman la lluvia para purificar el ambiente y la fiesta.
Juan Alomoto, danzante de Belisario Quevedo, explica que es un personaje inspirado en la época prehispánica que tiene una cantidad de detalles dorados, piedras de colores y espejos. “Llevo 15 años vistiendo el atuendo que me heredo mi padre”.
Según los conocedores de esta historia, los indígenas, a quienes llamaban tushug, se vestían así para adorar al Taita Inti o Padre Sol. El investigador Hugo Albán explica que las sacerdotisas o Mama Danzas de la época del incario enseñaban a bailar a los danzantes. “Los hombres que realizaban el ritual ancestral eran fornidos porque bailaban ocho días antes y ocho días después. Con la llegada de los españoles cambiaron a la fiesta del Inti Raymi por Corpus Christi”, explica Albán.