Los danzantes y las muñidoras de Gañil festejan a Santa Rosa

Los danzantes y las muñidoras son los personajes de esta fiesta. Foto: Lineida Castillo/EL COMERCIO

Al ritmo de una melodía del pífano, que es una especie de flauta, cuatro danzantes de la comunidad de Gañil, ubicada en el cantón lojano de Saraguro, pusieron la alegría en la fiesta en honor a Santa Rosa de Lima, el pasado 30 de agosto.
A Gañil, un poblado de casas dispersas, se llega por una vía de tierra. De acuerdo con la tradición, la imagen de Santa Rosa de Lima apareció en esta comunidad indígena y de allí surgió la devoción.
Su fiesta es organizada con un mes de anticipación por el sacerdote, el presidente del pueblo, el teniente político y el prioste, pero participa toda la población. Cuatro danzantes, cuatro muñidoras y el músico que toca el tambor y pífano son los personajes centrales.
El músico Juan Macas, de 75 años, y las cuatro muñidoras participaron voluntariamente. En cambio, el prioste Daniel Macas pidió la colaboración de Vicente, Geovanny y Ángel Macas y Santiago Ávila.
La víspera, como es tradición, las muñidoras o doncellas de la Virgen elaboraron los ramos con flores de sus huertas y adornaron la iglesia. Ellas colgaron cortinas de colores pasteles en el tumbado de madera y adornaron con rosas y otras flores un altar donde sobresalió Santa Rosa.
Esta imagen vestía el traje de indígena peruana con una blusa bordada con hilos dorados y dos polleras con encajes. Durante todas las procesiones y los actos, las muñidoras cuidaron y cargaron a la santa.
A partir de la medianoche, los danzantes colorados (son conocidos así porque su traje es floreado, entre tomate y rojo) y el músico visitan a cada muñidora en su casa, donde danzan como agradecimiento. A cambio, ellas ofrecen comida típica y chicha.
El danzante luce siete pañuelos, cintas, zamarro… También, una máscara con cachos de toro, espejos, alas de cintas multicolores y cascabeles ajustados a las rodillas, que emiten un sonido especial con cada movimiento de baile.
El recorrido de los danzantes terminó a las 06:00, en la casa del prioste Daniel Macas. Cinco horas más tarde volvieron a juntarse para la misa central y los actos culturales.
Las familias Macas Ávila aprendieron las costumbres y tradiciones de Gañil de sus padres. Ellos emigraron por trabajo a Cuenca, pero cada 29 de agosto retornan a su pueblo para participar de esta fiesta. “Es un orgullo aportar para esta tradición”, dijo Ávila.
Para bailar llevaron una vaina de machete y una plancha de madera en sus manos, que golpearon cuando dieron vueltas. Ese sonido, el de los cascabeles y el que emitía Juan Macas con su pífano se fusionaron para los danzantes.
Estos últimos solopararon en actos especiales, como el mote mikuna, término kichwa que significa comer mote. Es una comida comunitaria que se sirvió al aire libre. Las familias tendieron manteles y allí depositaron el grano, que compartieron con queso.
La imagen de Santa Rosa fue colocada en el centro y cuidada por las muñidoras Hilda Medina y Gladys Macas. El pasado 30 de agosto repartieron 16 quintales de mote cocinado. Los organizadores entregaron a los presentes una porción de estos alimentos, con ayuda de danzantes y muñidoras.