La Feria Internacional del Libro se desarrolló en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO
Redacción Cultura
Daniela Fuentes, subsecretaria de Industrias y Emprendimientos Culturales, responde a algunas inquietudes alrededor de la organización de la Feria Internacional del Libro de Quito 2014.
¿Qué representa para el Ministerio de Cultura y Patrimonio la Feria Internacional del Libro (FIL) de Quito?
Es el evento más importante del Ministerio, al menos en los últimos tres meses, y también es el que más demanda de nosotros como cartera. Además aquí confluyen muchos esfuerzos y se clausuran procesos administrativos.
Usted ya pertenecía al Ministerio en la administración de Paco Velasco, que fue la que planificó la FIL de este año, ¿cuáles fueron los criterios para escoger a la Casa de la Cultura para esta edición?
Como funcionaria, he sido parte de esta y de otras administraciones anteriores, y conozco el proceso y hemos buscado los recintos feriales idóneos. El Centro de Convenciones Eugenio Espejo es muy pequeño para la capacidad que la Feria requería este año. Y ya hemos comprobado problemas técnicos como la acústica del Centro de Exposiciones Quito. Vimos que no hay un centro que abastezca todas las necesidades que la feria del libro tiene. Hay que tomar en cuenta que en los otros centros debíamos adaptar salas, lo que otras veces derivó en presentaciones de libros que no fueron exitosas por el cruce de sonido entre salas.
¿Por qué no se negoció con los organizadores de las ferias que se llevan a cabo estos días en el Centro de Convenciones Bicentenario para que cambiaran de sitio o fecha? ¿No es prioritario para el Ministerio que la FIL cuente con el sitio más idóneo?
Se hizo absolutamente todo en la administración de Francisco Velasco y en la actual para encontrar el sitio adecuado, negociamos con Quito Turismo que es la empresa que administra el Centro de Convenciones Bicentenario. Y la única manera de ocupar este centro era cruzando las fechas con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Eso implicaba no cerrar los procesos administrativos con los proveedores de la Feria, por lo tanto quedarían impagas sus prestaciones. Por otro lado, la Casa de la Cultura Ecuatoriana tiene aspectos positivos. En esta edición hemos tenido la mayor afluencia de público, hasta la noche del miércoles 26 hubo 49 800 visitantes, algo que no ha sucedido en las ferias anteriores. Mucho de eso tiene que ver con la centralidad de la CCE, el acceso cercano al transporte público y su cercanía a las universidades.
¿Se ha pensado en fijar una fecha y un sitio fijos -como se hace en otras partes- para la FIL de Quito?
Es importante que el recinto que acoja la feria cumpla todas sus exigencias, hemos hecho una investigación para encontrar el espacio que permita acogerla. En primer lugar, que sea de un solo piso, de modo que así no habría muchas diferencias entre ‘stands’. La centralidad y el acceso de transporte también es importante. Incluso en un lugar como el Bicentenario tuvimos problemas con la adecuación de las salas, entonces eso implica pensar si la agenda cultural pasa a un segundo plano y solo se resalta la oferta de libros. Tal como estamos, no hay en la ciudad un recinto que soporte lo que necesita la feria.
¿Cuáles fueron los criterios de curaduría para la distribución de las editoriales y ‘stands’ de librerías?
No hay una curaduría en los ‘stands’, lo que se hace es que quienes quieren participar se inscriben a través de la Cámara del Libro, que es un socio estratégico. Entonces ellos disponen de los espacios libres, dependiendo del plano que les damos. Se conoce el tamaño del espacio de los ‘stands’ y con eso se hace un sorteo para las editoriales. Evidentemente, este año una reducción de espacios. Y por ejemplo en la elección de la distribución, el tercer piso del Museo Nacional no les interesó a las editoriales, porque les pareció que estaba muy lejos.
¿No debería existir un diálogo previo entre Ministerio y editoriales?
Sí lo hay, pero lo hacemos con la Cámara del Libro. No todas las editoriales están en la Cámara. Queremos que haya más articulación con la sociedad, con las editoriales, con las cartoneras y la gente que elabora fanzines. Quisiéramos que haya más participación social en la Feria, y no solo del Ministerio.
¿Por qué no se pudo acordar con Claudio Jácome un cambio en el día de Quiteñadas?, nuevamente ¿qué prelación tiene la FIL para el Ministerio en relación a otros eventos privados?
Se debe tomar en cuenta que el evento de Claudio Jácome tenía programado dos días de presentación, y Jácome tuvo toda la disposición de colaborar con el Ministerio, por lo tanto lo bajó a un día. Sin embargo, debido al evento de la elección de la Reina de Quito el montaje de Quiteñadas demoró mucho y los músicos no podían ceder en cuanto a un cambio de fechas, porque el contexto de este evento es dentro de las fiestas de Quito y se iría por completo su objetivo. El cierre de ese primer día tuvo mucho que ver con el respeto al trabajo de Jácome y era un evento privado.
Nosotros ahí no podemos modificar mucho, lo que también dice de muchas falencias del Ministerio, porque no contamos con un equipo exclusivo para la Feria y el Ministerio tampoco puede asumir solo el costo total de la misma, aunque los datos de ventas de algunas editoriales ya han arrojado USD 14 000 facturados hasta el miércoles 26. Otra cosa es que la agenda académica no debería plantearla el Ministerio, sino las editoriales que son las que conocen y ofertan a los escritores.
¿Cuáles fueron los motivos para descuidar cuestiones logísticas como la ventilación o el hacinamiento en el pabellón alternativo?
Para la ventilación hubo especialistas del Ministerio que comentaron lo requerido para este espacio y el flujo de gente prevista. Hasta antes de la inauguración, se hacen 20 cambios por hora. Se gestionó lo indicado por los especialistas pero esto reventó y nunca esperamos la cantidad de gente que vino el sábado 22. Ya para la mitad de semana se habían colocado muchísimos más ventiladores y se controló el tema. La ventilación fue uno de los tres temas que más nos preocupaban de este recinto, el otro era la iluminación y nos hemos encargado de que esté todo iluminado. Y el tercer tema era la disponibilidad de parqueaderos y lo hemos solventado haciendo las gestiones pertinentes.
Respecto al pabellón alternativo, poco puedo responder porque esta fue una iniciativa ciudadana. Un colectivo nos pidió el espacio, nos indicó qué intervenciones querían hacer y se cedió el espacio. Fue un encargo que ellos tomaron por ser su propia iniciativa, claro que para el próximo año se les dará un espacio más protagónico, hay que mencionar que es la primera vez que el pabellón alternativo está presente. Y como en toda experiencia piloto hay aprendizajes que quedan. Esto también tiene que ver con que el recinto ferial no da para más, o excluimos o nos apretamos un poquito.
Si ya es difícil captar público para las novedades editoriales locales ¿por qué parece que se improvisó en la sala de presentaciones del Museo Nacional? En especial por la distracción que genera el movimiento y ruidos propios de una feria como esta.
No solo hay esa sala de presentaciones de libros, y esa es una ventaja de la CCE. Ahora, el año pasado funcionó muy bien una sala de presentaciones abierta, en el segundo piso del pabellón internacional en el ex-aeropuerto; la gente pasaba y se quedaba.
Cuando presentamos el plano de salas, la Cámara del Libro dijo nosotros queremos esta sala abierta, porque queremos que al pasar la gente se enganche. Esas responsabilidades que le atribuyen al Ministerio no son tales, sino que así lo han escogido los otros participantes. Por ejemplo, la agenda de la sala de presentaciones dos fue 100% propuesta por la Cámara del Libro.
¿Por qué se decidió no hacer este año la Feria Internacional del Libro de Guayaquil?
Primero, se decidió no hacerla por la transición, (de ministro de Cultura) y espero que esto se lo pueda conversar con el nuevo ministro Francisco Borja. Pero nosotros hicimos un estudio en Guayaquil, que se llama ‘¿Qué lee Guayaquil?’, y pronto publicaremos los resultados. Lo que este nos arrojó fue muy triste, porque se apunta a que lo planteado por la FIL no tiene interés para los públicos del puerto. Vimos que lo que tuviera acogida es una feria familiar, de contenidos más apegados hacia el entretenimiento y que no sea en octubre, porque las fechas están muy cerca a otras festividades.
El tema también tiene que ver con que para llegar a la feria la gente no está habituada a entrar al MAAC (Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo), no se ha familiarizado con el sitio. Entonces, se estaba trabajando la FIL de Guayaquil con estos antecedentes, se pensaba en cambiar los ejes, pero hubo el cambio de administración, lo que significó una revisión de los procesos y un alto en otros. Al momento de analizar ya era muy tarde, y ahí sí hubiésemos hecho una feria con un mes de anticipación. Además, a las editoriales no les interesó participar en dos ferias con fechas tan cercanas, y prefieren participar en Quito. Por ello estamos planeando en repensar las fechas de las ferias.