En la parroquia Pilahuín, en Tungurahua, técnicos del MIES visitan a las familias que salían a las calles en Navidad. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
La cantidad de personas que pedían caridad en la época navideña se redujo en los últimos 8 años. El año pasado, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) encontró 983 personas en las calles; en el 2010, cuando arrancó la campaña Da Dignidad, eran 8 200.
A través de este programa, que busca disminuir la mendicidad, se logró impedir la salida de niños y adultos de sus comunidades. Ellos han recibido créditos, el Bono de Desarrollo Humano y charlas para involucrarse en otras actividades.
Para el MIES, las provincias de la Sierra Centro se han identificado como las zonas de donde más salen personas a pedir caridad. Y las ciudades de Quito, Guayaquil y Cuenca son sus destinos recurrentes.
Por ejemplo, en provincias como Tungurahua, se sacó de las calles a 2 600 personas en situación de mendicidad. En Santo Domingo de los Tsáchilas, han sido 256 casos.
Una de esas familias es la de María, de 11 años. Ella vive en la comuna El Saladero, de la parroquia Pilahuín (Tungurahua). El año pasado, fue retenida durante cuatro días en el Orfanato Santa Marianita, junto con sus dos primos.
Los agentes de la Dinapen, los sorprendieron en la vía Ambato-Guaranda pidiendo caramelos y juguetes por Navidad. Su madre Juana Pandashina no sabía de lo ocurrido. “Fui a Ambato pero no pude verla, dijeron que debía comprometerme a no enviarla a pedir ayuda en las vías porque es peligroso, desde entonces dejaron de ir”.
La familia de María también recibe el Bono, caramelos y juguetes cada año. Su situación económica cambió.
El año pasado le extendieron un crédito del MIES por USD 1 130. Con eso compraron una vaca y borregos, y seis de los 8 litros de leche que obtienen a diario, los venden. “Con USD 45 a la semana compro alimentos y pago los estudios de mis tres hijos. También produzco habas y papas”, dice Pandashina.
Según un informe del MIES de Tungurahua, de las parroquias Pasa, Quisapincha, Pilahuín, Unamuncho, salía la mayor cantidad de niños a mendigar. Actualmente el control se realiza con ayuda del Ministerio de Educación, que vigila que los niños no falten a clases. “Cuando hay alguna anormalidad, los maestros y autoridades van a la casa para saber qué pasó”, aseguró Fabricio Velasteguí, director del MIES en Tungurahua.
La familia de Eufemia Mendoza, de 70 años, también pertenece al grupo de personas que han dejado la mendicidad. Ellos habitan en Santo Domingo de los Tsáchilas.
Cuando el esposo de Mendoza falleció -hace 20 años- salió desde su natal Junín (Manabí) hacia la provincia tsáchila en busca de trabajo. “Estaba desesperada. No teníamos donde dormir y no tuve otra opción que pedir dinero en las calles”.
Hace cuatro años, ella fue abordada por técnicos de Da Dignidad, quienes la llevaron a un Centro de Salud y la ayudaron a gestionar el Bono. Con ese dinero arrendó una casa.
Ahora, Mendoza se dedica a lavar la ropa de sus vecinos. “He logrado reunir y ya mis nietos van a la escuela. Solo necesitábamos un empujoncito”.
Según la Dirección Distrital del MIES en Santo Domingo, se han identificado a 312 familias en estado de mendicidad desde el 2012. De esa cantidad, se ha logrado reinsertar a 256 a otras actividades. Unas familias reciben atención del MIES y otras de organizaciones como la Fundación Calazanz.
Fanny Moncada, coordinadora del proyecto de Mendicidad de esa Fundación, reconoce que aún hay personas que viven en la calle. Esta organización ha identificado a 25 casos, en lo que va del 2017.
El MIES estima que estas personas salen con más frecuencia a las calles, desde el 18 al 25 de diciembre.
En Chimborazo, los campamentos infantiles y la entrega de donaciones en Colta, Guamote, Alausí y Chunchi, han sido las estrategias con más resultados en la reducción de mendicidad según el MIES.
Entre el 2015 y el 2016, en Chimborazo se retiraron de las calles a 292 familias, durante Navidad. No obstante, se calcula que al menos 2 500 personas son vulnerables y continúan en las calles. “Las personas salen de sus comunidades en estas fechas y se dirigen a ciudades como Quito y Ambato a pedir limosna. Hemos avanzado, pero es un reto grande”, cuenta el director provincial del MIES, Luis Vásquez.
En las grandes ciudades, las acciones para disminuir la mendicidad también se impulsan desde el Patronato Municipal. Según esta entidad, desde el 2015 se han abordado a 1 212 personas en la mendicidad, indigencia y consumo de sustancias. Cerca del 20% ha sido reinsertado a varios proyectos sociales de rehabilitación.