Rosa Lasluisa saca las truchas de una piscina con la ayuda de Lourdes Toapanta. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Un grupo de indígenas del pueblo Kisapincha se dedica a la crianza y comercialización de cuyes y truchas. Los beneficiarios forman parte de los proyectos productivos que organiza la Junta Parroquial con el apoyo económico de entidades estatales y organizaciones privadas.
Los indígenas venden sus productos en la plaza central de Kisapincha, ferias agrícolas en Tungurahua o los envían a otras urbes. Una de las familias participantes es la de Alicia y Fausto Chalán. Los esposos crían cuyes desde el 2015. Son parte de los 36 beneficiarios de la crianza y comercialización del cuy en la comunidad de Quindialo.
Otro grupo de vecinos que forma parte de este proyecto vive en las comunas de Chumalica, Puñalica y Pujanza. Fausto Chalán, de 38 años, cuenta que el criadero de cuyes se construyó junto a las chacras de alfalfa, maíz, papas, cebollas y habas.
Los galpones, donde se cuida a 80 animales en 20 jaulas, tienen paredes de bloque y techos de zinc. Mientras que los corrales tienen paredes de madera y para el piso se adecuaron algunas mallas metálicas.
“El propósito es que los desechos caigan al suelo. Para ingresar al galpón los visitantes deben pararse en una caja con cal y pasar por una planta de ruda. Eso sirve para eliminar las malas energías”, asegura Fausto Chalán.
Los 30 beneficiarios fueron capacitados sobre la alimentación, el manejo técnico y la venta de animales. Para mejorar la crianza recibieron 17 cuyes hembras y dos machos. Alicia Chalán, de 40 años, explica que el éxito de criar cuyes consiste en la alimentación y el constante aseo en el galpón. Para eso, los animales tienen una dieta basada en el afrecho, morocho partido y forraje.
Además, su alimentación se complementa con balanceado, troncos de la planta de maíz, zanahoria y avena. Según Alicia, esa comida permite que los cuyes se engorden y su carne tenga mejor sabor.
“Les damos una cantidad balanceada de proteínas, calcio, fibra y aminoácidos para que el cuy logre un buen peso. La fórmula nos permite garantizar la calidad de la carne y tener mejores pies de cría”, comenta Chalán.
Otro de los proyectos es la crianza de truchas en las comunidades de Illagua Chico y Calhuasi. Los indígenas aprovechan las vertientes de agua que nacen de los páramos de Cóndor Rumi, Chagpiloma y Huagragoshima, ubicadas en el occidente de Ambato.
Juan Lasluisa construyó cinco piscinas para criar truchas en las riberas del río Unabana. Allí ubicó a 3 000 alevines desde abril pasado. Explica que un grupo de estos peces es comercializado entre los vecinos y la familia. “En una libra se venden entre tres a cuatro peces. Estamos trabajando en este proyecto que en el futuro nos puede dar un poco de dinero”, indica Lasluisa.
Según Lourdes Toapanta, vocal de la Junta Parroquial de Kisapincha, estas iniciativas buscan que los indígenas se asocien para poder obtener recursos económicos.
La dirigente indica que la infraestructura para la crianza es un tema pendiente pero que ya va mejorando. “Algunos sectores donde se crían truchas se pueden convertir en zonas turísticas”, dice Toapanta.