Quimiofobia, el miedo irracional a los productos químicos

Existen personas que tienen fobia a los productos químicos.

Existen personas que tienen fobia a los productos químicos.

Existen personas que tienen fobia a los productos químicos. Foto: pxfuel

Hay gente que le teme a las alturas o a las arañas. También hay personas que se alteran cuando se quedan a oscuras. Y también las hay de aquellas que, cuando escuchan ciertas palabras como cianocobalamina o ácido ascórbico, generan cuadros de estrés.

A ese último miedo –precisamente- se le conoce como quimiofobia alimentaria. El término no es nuevo, pero,tras la llegada del covid-19 al planeta,suena con fuerza en las diferentes redes sociales, pues una de las recomendaciones de ciertos expertos en nutrición es la de eliminar de la lista de compras los productos que contengan palabras extrañas o difíciles de pronunciar. Solo así –explican- conseguirán alimentos 100% naturales.

Sin embargo, algunos de esos términos son sinónimos de vitaminas y minerales, indispensables para el correcto funcionamiento del organismo. El ácido ascórbico se traduce en vitamina C, mientras que la cianocobalamina es una forma de vitamina B12.

Al primero se lo utiliza como conservante y antioxidante en el mundo de la panadería y pastelería, y en conservas, según la nutricionista Sara Mafla.

Sin esos conservantes, la degradación y la contaminación de productos alimenticios serían frecuentes. Además, las personas podrían intoxicarse.

Muchos de esos aditivos son inofensivos para la salud y están aprobados por instituciones nacionales e internacionales. Eso sí, siempre que se los consuma con moderación.

Ese miedo desmedido, explica la nutricionista Daniela Riofrio, es producto, sobre todo, de la sobreinformación que existe en la Internet y en las redes sociales. También ocurre por la falta de información o de actualización de ciertos expertos en nutrición.

Riofrio afirma que la única forma de evitar alteraciones en la salud es manteniendo un plan de alimentación equilibrado. Todo exceso es malo.

Esta especialista hace hincapié en que mucha de la información que se socializa en redes sociales tiene detrás a un grupo de expertos en marketing. De ahí la tendencia actual de consumir productos orgánicos, libres de gluten o de conservantes.

Y así lo expuso Bernardo Herradón, investigador y presidente territorial en Madrid de la Real Sociedad de Química. “Detrás de la quimiofobia hay, sobre todo, razones comerciales”.

Un tomate orgánico, por ejemplo, es más costoso que en su versión común y corriente. En cuestión de nutrientes, ambos aportan los mismos macro y micronutrientes.

Al tomate tradicional se lo sataniza por haber sido tratado con fertilizantes. Al gluten, en cambio, se lo acusa de ser inflamatorio, al igual que a los lácteos. “Dicen eso, pero se olvidan de mencionar las dosis y la frecuencia, y en qué casos produce inflamación”, apunta Riofrio.

Por eso, antes de descartar un producto es necesario visitar a un experto, pues se podrían desechar nutrientes claves. La leche, por ejemplo, es rica en calcio y es una fuente de proteína. La carne roja aporta hierro y vitamina B12.

El pescado y los mariscos también son fuente de proteína, minerales y vitaminas, pero las personas han reducido su consumo por miedo al metilmercurio, que podría causar problemas si a esos productos se los consume en el desayuno, almuerzo y cena, y todos los días. "Está comprobado que la concentración depende del tamaño y de los años que vivan esos animales. Los mariscos son pequeños".

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