A la izquierda del escenario hay un piano de cola sin tapa con dos micrófonos. En el lado opuesto, una pequeña mesa con dos computadoras, una silla y un estand para partituras. Como telón de fondo, tres pantallas unidas que funcionan como una sola.
‘Perceptio Chronos’, como se titula la obra electro-acústica y performance visual montado por Pablo Rosero, Rodrigo Becerra, Alejandro Rosero y Esteban Gavilanes, da inicio sin mucho preámbulo. Solo una explicación del montaje y una corta afinación de los instrumentos.
Dunas axiformes es una melodía sencilla para piano, acompañada por el contrabajo y los sonidos electrónicos que incluye en ese momento Pablo Rosero.
El público es muy joven, como los músicos, y sabe que lo que ve sobre la pantalla son los sonidos que emiten los instrumentos, previamente procesados por las computadoras. El resultado, al principio, no es muy alentador.
Sin embargo, a partir de la tercera composición ya no se distingue distancia entre artistas y público. La interpretación musical, los sonidos electrónicos y la proyección de imágenes aceleran y llegan a una especie de clímax. La audiencia, y también los músicos, se quedan como hipnotizados por los sonidos.
La obra no tiene nada que ver con un concierto normal. Propone un espectáculo distinto, en el que la composición, la improvisación y la proyección de imágenes procesadas en tiempo real crean un ambiente irrepetible. Una serie de viajes, y ya no canciones, que toman el instante como su nave principal. El tiempo, vivido a través de las vibraciones de las cuerdas y representado en confusos mapas visuales, como los de ‘2001: Odisea en el espacio’, cuando la nave HAL 9000llega a Júpiter.
La pieza fue estrenada el pasado miércoles, en la Casa de la Música, en Quito.