Juan Fernando Andrade
Es narrador y cronista. En el 2010 publicó ‘Hablas demasiado’ (Alfaguara). También es músico.
Fiona Apple con los ojos cerrados. Una lámpara de velador ilumina las paredes rojas del cuarto, ella se hace a un lado, recoge los brazos, dobla las rodillas para guardar sus piernas y acuesta la cabeza sobre el pecho de un hombre con cabeza de cabra. Lleva más de tres minutos cantando Every Single Night, el primer corte de su nuevo disco, una canción sobre no poder dormir, sobre mariposas inflamando llamas blancas y sentir que el dolor es, literalmente, un segundo esqueleto tratando de encajar bajo la piel.
La veo cruzar un puente en París junto a un pulpo gigante, los tentáculos lubricados con baba, camino a la torre Eiffel que aparece inclinada y morada. Hemos llegado al primer coro –¿es el coro?, ¿necesitan todas las canciones un coro?– y ella abre esa boca enorme en la que cabemos todos: cada noche es una pelea con mi cerebro. Alarga la palabra cerebro, alarga el espacio en su cabeza y todos esos pensamientos que no han logrado ir al gimnasio durante el día rebosan de energía y le quitan el sueño. Debajo de una almohada, sus neuronas siguen carburando.
La costilla es la cáscara y mi corazón es una yema de huevo y acabo de preparar una comida para que nos asfixiemos. Esa lucidez sólo se alcanza con el insomnio, con el paso inútil de las horas, con una voz que podría morir de un ataque de honestidad si no fuera porque del otro lado, de este lado, tampoco podemos dormir y la vemos acostada sobre tierra oscura y húmeda, jugando con caracoles que se le trepan a los dedos y le calzan como uñas postizas. Fiona Apple en un video protagonizando el eterno resplandor de una mente sin descanso: diez millones de ideas hablándote al oído.
El cabeza de cabra debe ser oficinista porque usa bóxer blanco, qué bajón. Sobre la cama un par de Adidas y una bola de discoteca. La última frase, yo sólo quiero sentirlo todo, se repite en tono psiquiátrico y es así como tenemos otra canción que nos libra de todo mal. Antes del corte a negro, Fiona desvía la mirada y se ríe con ojos y huequitos en las mejillas, segura de haber hecho lo que hizo. El pelo oscuro le conviene. Qué ganas de besarla.