El teatro de La Scala de Milán inaugura este miércoles la tradicional temporada con el “Don Giovanni” de Wolfgang Amadeus Mozart, dirigido por el argentino-israelí Daniel Barenboim, designado en octubre director musical del templo italiano de la lírica.
La puesta en escena estará a cargo del canadiense Robert Carsen y permanecerá en cartelera hasta el 14 de enero de 2012.
El presidente italiano, Giorgio Napolitano, así como el nuevo primer ministro, el tecnócrata Mario Monti, asistieron a la inauguración que, como cada año, coincide con el día de San Ambrosio, patrón de la ciudad lombarda.
Barenboim, de 69 años, postulado en agosto al Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su labor por la reconciliación en Medio Oriente a través de la música, asumió el cargo de director musical el 1 de diciembre hasta finales del 2016.
El músico, que desde 1992 es director de orquesta de la Staatsoper de Berlín, una de las tres óperas de la capital alemana, se comprometió a dedicar 15 semanas al año al teatro milanés.
Nacido en Buenos Aires en 1942, de padres judíos de origen ruso, el músico abre por tercer año consecutivo la temporada de la Scala.
El renombrado teatro de Milán contó por veinte años, hasta el 2005, con el maestro Riccardo Muti, premio Príncipe de Asturias de las Artes 2011, como director musical.
El evento, que tradicionalmente atrae a lo más granado de la política y la industria italiana, fue precedido por una manifestación pacífica de protesta organizada ante el teatro milanés por los recortes a la cultura decididos por el gobierno precedente de Silvio Berlusconi.
“Cambia la música pero la orquesta sigue siendo la misma”, rezaba una pancarta.
Contrariamente al pasado, este año la nueva alcaldía de izquierda, debido a la crisis económica, no invitó a personalidades políticas o embajadores de países influyentes y prefirió poner a la venta las 110 entradas tradicionalmente reservadas para invitados importantes.
Con su venta -algunas entradas llegan a costar hasta 2 000 euros- se espera recaudar hasta 180 000 euros, los cuales serán utilizados, en parte, para costear proyectos culturales en la ciudad.