¿Es la prohibición del sexo explícito un acto de censura? Ni siquiera un juez logró definirlo. La medida impuesta por el Municipio de Guayaquil, a través del Museo Municipal, organizador del Salón de Julio, fue discutida, debatida, trajo polémicas y marcó el evento de este año.
Tal fue el debate, que cinco personas interpusieron una medida legal en contra de la medida. E incluso el día mismo de la premiación del salón, el padre de una artista protestó e increpó en duros términos a Melvin Hoyos, director de Cultura del Municipio.
Pero el principio del tema se da años antes. Gabriela Chérrez ganó en el 2007 el Salón, con su obra ‘Quiero un semental que me llene toda’, una obra que se basa en el porno español para hablar sobre un tema de sexualidad.
Según Hoyos, a partir de ese año se inicia una tendencia a usar el sexo explícito como una fórmula certera de ganar premios en el evento. Y para frenarlo, y cuidar a los menores que visitan el Museo, Hoyos y el Municipio decidieron implementar la medida.
Vino un grupo de personas, entre ellas estaban Andrés Crespo y Xavier Flores, e interpusieron una medida de amparo. Esta fue desechada por el Juez Décimo de lo Civil, Sócrates Moreno.
“Lo que nos queda es un juez que tuvo la oportunidad de dar un paso adelante para defender las libertades civiles. Esto no termina. Nosotros esperábamos abrir un debate y eso se logró”, explica Andrés Crespo.
Este año se presentaron al certamen 149 obras. De ellas, un jurado de preselección (integrado por Christian Parreño, Hugo Lara y Jorge Velarde) dejaron 25 trabajos, que luego pasaron a los jueces de premiación: Larissa Marangoni (Ecuador), Carlos Gómez Centurión (Argentina) y Francisco Brugnoli (Chile).
Ellos dieron el primer lugar a José Hidalgo, por su obra ‘Non signal’. El segundo premio fue para Marcos Restrepo, por ‘El efecto de algunos deseos’; y el tercer premio fue para Fabio Bajaña, por ‘Proyecciones en el espacio’.
“El Salón de este año es un retroceso”, señala Rodolfo Kronfle, curador y crítico de arte. “El hecho de volver a los dos jurados es un retroceso. Los jurados finales ven una selección de obras, no el conjunto que se presenta”, acota.
Además de los tres premios, el Salón repartió cuatro menciones de honor. En la premiación, Hoyos aseguró que la medida de los jurados fue acertada.
“La discusión por el uso del sexo es algo superado. Depende si hay calidad, concepto o no. Yo vi algunos trabajos de años anteriores, y si se sacaba el sexo explícito quedaban igual malos trabajos”, considera Carlos Gómez Centurión, miembro del jurado.
Según el museo, el uso del sexo explícito fue en aumento año tras año. Pero la ex directora de la entidad, curadora y crítica de arte, Pilar Estrada, no lo ve así.
“La medida fue innecesaria. Hay un jurado de expertos que puede decidir si algo es pornografía o no. Este año yo veo que las obras, las ganadoras y menciones, tienen buen nivel. Pero casi la mitad del salón son obras que no están a la par”, agregó.
El mismo concepto aporta Lupe Álvarez, curadora de arte. “El Salón debió tener la mitad de las obras que tiene. Comparadas a otros años, están bien las ganadoras. Pero no estoy de acuerdo con el tema de la censura previa. Hay jurados para eso”.
Francisco Brugnoli considera que en todas partes el sexo como tema es polémico. “Aun en Chile hemos tenido esos debates. Pero no creo que deba existir censura”. Un criterio similar al de Larissa Marangoni, quien cree que la polémica cerró las puertas para discutir temas más importantes.