Los rostros que Pumapungo mostró por Santos Inocentes

Las obras de Isis Liara (der. y abajo) son algunas de las máscaras que en esta muestra intentan rescatar las tradiciones estéticas de los pueblos ecuatorianos.

Las obras de Isis Liara (der. y abajo) son algunas de las máscaras que en esta muestra intentan rescatar las tradiciones estéticas de los pueblos ecuatorianos.

Por primera vez en Cuenca 13 artistas y un grupo de teatro realizaron un homenaje a los Santos Inocentes. Ayer realizaron la presentación de la exposición denominada 'Mascarada en Arte', en los exteriores del Museo Pumapungo de la capital azuaya. El colectivo Art Cuenca, dirigido por Sonia Punín, planteó la propuesta de mostrar a través del arte esta tradición que gira en torno a la costumbre popular del disfrazarse, bromear y representar a diferentes personajes.

Para los cuencanos, la Fiesta de los Inocentes, que se celebra el 6 de enero, es una costumbre que se mantiene desde antaño, a diferencia de otras ciudades grandes del país. Esta tradición se la viene realizando desde aproximadamente medio siglo atrás en esta urbe y se conmemora con comparsas y sátiras. Durante la celebración centenares de personas se vuelcan a las calles para presenciar el desfile y ser parte de un momento de fantasía en el que el humor es el principal invitado.

Mientras que para los creyentes católicos este festejo tiene origen en la matanza ordenada por el rey Herodes a todos los menores de 2 años, en la actualidad esta fecha se vive de una manera muy festiva, tanto que dista bastante del motivo inicial del ritual católico.

Para la exposición de ayer, que trasladó una parte del festejo de la calle al museo, Punín invitó a Eduardo Moscoso, Miguel Illescas, Catalina Carrasco, Kléver Moscoso, Tomás Galindo, Silvia Di Rosa, Isis Liara, Eduardo Segovia, Fabián 'Choquilla' Durán, Saúl Vásquez, Cristian León, Diego Sánchez, Iván Webster y el Grupo de Teatro Gotas Mágicas. Todos ellos a través de esculturas, pinturas y otras expresiones del arte representaron las máscaras.

Moscoso lleva más de 30 años ejerciendo como artista y durante este tiempo permanentemente ha realizado máscaras. En su centro cultural El Prohibido tiene una serie de estas caretas, pero escogió siete para la exposición. La tonalidad roja predomina en sus creaciones al igual que unos grandes cachos.

Para Moscoso, la máscara tiene la capacidad no solo de transformar a quien la lleva puesta en otro sino de decir cosas y transmitir mensajes que normalmente no están aceptados en la sociedad, pero que a través del disfraz son convalidados. Él utilizó detalles como protectores contra los gases y gafas, con las que representa la problemática que vive el Ecuador, en torno a la contaminación ambiental y la agresión al ambiente. "Yo estoy realizando una lucha ecológica a través de mi arte y de mis máscaras".

Mientras que los cachos para él representan al diablo, ese ser mítico, polémico, negativo, que genera problemas y controversias y que "está presente en la sociedad ecuatoriana". Según el historiador Juan Cordero, las máscaras traen consigo las tradiciones y creencias de las distintas culturas del país y del mundo. Por ejemplo señala que culturas como La Tolita las empleaban en sus ceremonias para atraer la atención de los dioses y las utilizaban sobre todo en los bailes.

La artista venezolana Silvia Di Rosa también fue parte de esta muestra. Ella, desde hace cinco años, empezó a trabajar con el aluminio reciclado y a hacer diferentes piezas decorativas. En el 2011 comenzó a elaborar máscaras. Su trabajo se basa en el modelado de aluminio reciclado que le da diferentes formas; estéticamente emplea elementos incaicos y una diversidad de cintas multicolores que le dan mucha vida y fuerza a su obra. Ella exhibió 60 creaciones de pequeño formato que sirven de recuerdo y adhesivos, así como caretas de gran tamaño.

Di Rosa dice que sus obras representan la riqueza cultural de Sudamérica. Para la venezolana, la exposición fue una oportunidad para que el cuencano conozca como a través del arte se plasman las costumbres de los pueblos y a su vez se rememora la historia. En cambio, Tomás Galindo, apasionado por la pintura, realizó un conjunto de cinco obras empleando una gama de colores y en base a la técnica de la acuarela. Representó cinco rostros femeninos que pretenden ser unas payasitas. Otro elemento singular utilizado por los artistas fue la emulación de una suerte de rompecabezas. Esto lo hizo Kléber Moscoso, quien pintó un par de ojos y la nariz la hizo en una especie de batea decorada con tenedores.

Además, la muestra tuvo como objetivo que los cuencanos se motiven a visitar los talleres de los artistas y conozca de cerca su trabajo y conocer cómo realizan sus creaciones.

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