Hay muertos que no descansan. Es el caso del escritor cubano Reinaldo Arenas, militante gay fallecido a causa del sida en 1990 en Estados Unidos, que vuelve años después a su país natal de la mano de quien podría ser el único gran amigo que conservó en la isla, el investigador Tomás Fernández Robaina.
“Ahí está el Reinaldo que yo conocí”, dice Fernández Robaina, quien rememoró al autor de ‘Antes que anochezca’ (1992) en ‘Misa para un ángel’, una novela-testimonio que salió a la luz en La Habana el viernes pasado en la sede de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, y que todavía no tiene fecha de circulación en el resto de América Latina.Eran muy jóvenes y recién llegados a La Habana de la misma provincia del oriente cubano cuando coincidieron como trabajadores en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, e iniciaron una amistad que resistió todo tipo de contradicciones, desacuerdos y silencios y, de alguna manera, sobrevivió incluso a la muerte.
“Fui tras la huella de Reinaldo hasta Nueva York y con lo que encontré podía hacer un libro de 500 páginas, pero no tenía sentido. Como Reinaldo habló tan mal de todos nosotros (sus amigos y conocidos en Cuba), la gente pensaba que yo iba a hacer lo mismo”, comenta Fernández Robaina.
‘Misa para un ángel’, de la gubernamental Ediciones Unión, mezcla ficción y realidad. En el texto confluye una ceremonia para llamar al espíritu de Arenas, testimonios que revelan secretos de su vida y la mirada con luces y sombras del autor sobre un hombre, según él, convertido en mito.Con una posición radicalmente opuesta a la Revolución Cubana, asumida públicamente en EE.UU. tras su partida al exilio en 1980, Arenas se colocó en medio del diferendo político entre los gobiernos de ambos países y su nombre ha sido usado desde las posiciones más extremistas.
Sin embargo, Fernández Robaina pretendió lograr un equilibrio sobre alguien que considera “un hermano”, desde “lo más personal y literario”. La novela-testimonio, “sin dejar de decir cosas que a mí me parecen importantes, da mi visión de Reinaldo Arenas”.
Sobre los riesgos de unir hechos de ficción con la biografía del escritor nacido en la zona rural de la provincia de Holguín, unos 740 kilómetros al este de La Habana, el investigador considera que no deberá ser “controversial” pues se trata de un estilo ya impuesto y que le permite determinadas libertades como escritor.Cuando de literatura cubana se trata, “habrá que hablar de antes y después de Arenas”, asegura convencido Fernández Robaina, como lo hiciera por primera vez en 1963 tras leer el original de ‘Celestino antes del alba’ (1967), el único libro del fallecido escritor publicado en Cuba.
“Era una cosa muy fresca, poética, asequible’ y, por supuesto, en esa novela no hay una militancia homosexual a tambor batiente”, dice en referencia a que Arenas luego ya se convirtió en un ícono de la cultura gay, que alcanzó su madurez intelectual a fines de los años 60, época de la homofobia institucionalizada en la isla.
“Hay un Reinaldo Arenas en La Habana y otro Reinaldo Arenas en Estados Unidos”, asegura este escritor que intentó develar al escritor exiliado.
La total apertura homo de Arenas en su literatura y hacia la sociedad acaeció justo con su llegada a tierras estadounidenses.
“Reinaldo no era amanerado. Tenía el estilo de un lord inglés y no era fácil saber si era homosexual. Esa lucha, tal y como él la hace posteriormente, en Cuba nunca la hizo. En aquel momento no había un movimiento gay fuerte (en la isla)”, recuerda Fernández .
Para el investigador de la Biblioteca Nacional, la obra de Arenas abiertamente homo pudo ser una limitante en Cuba “en un momento determinado, porque hay personas que aman la literatura pero (‘) por prejuicios no le gustan los homosexuales, y por tanto, la literatura homosexual”.
No obstante, su autobiografía, ‘Antes que anochezca’, cobró popularidad entre el público de la isla, aunque no estuviera publicada por editoriales nacionales. En corto tiempo, “yo conté siete personas leyendo el libro por la calle, en barrios y ediciones diferentes”, recuerda asombrado Fernández.
A pesar de que su literatura es “única”, el rescate y difusión de su obra en el ámbito cubano se obstaculiza por diversas razones, que no solo dependen de la voluntad de las autoridades. “Cuando él muere, deja una cláusula de que sus libros no se pueden editar en Cuba mientras exista el sistema socialista”, revela.
Para Fernández Robaina, obras como ‘El mundo alucinante’ (1968), ‘Celestino antes del alba’, ‘El palacio de las blanquísimas mofetas’ (1975) y sus relatos de ‘Viaje a La Habana’ (1990) podrían editarse en la isla sin problema, pero la voluntad final de Arenas lo impide legalmente.
“Reinaldo Arenas va a ser estudiado en el futuro como una especie rara, no solamente por su estilo, sino por sus contenidos”, prevé el escritor, quien espera consultar parte de los manuscritos de Arenas, a disposición del público a partir de 2011 en la Universidad de Princetown, de Nueva Jersey.