Poca resonancia para el mimo en Quito

Una obra de mimo en Quito. ‘La Familia Pérez y Mimo’ estuvo hasta el pasado domingo en el Museo de la Ciudad. En la foto las actrices Belén y Fernanda Buendía y Paulina Rodríguez.

Una obra de mimo en Quito. ‘La Familia Pérez y Mimo’ estuvo hasta el pasado domingo en el Museo de la Ciudad. En la foto las actrices Belén y Fernanda Buendía y Paulina Rodríguez.

En Ecuador, el mimo y la pantomima se basan más en la técnica que en los efectos que pueda llevar una obra como acompañamiento. Así lo cree Ali Moreno, actriz especializada en ese arte.

Para ella, en la escuela se aprenden más técnicas que las que se ven en escena. Aunque para algunos espectadores, el verdadero papel y significado de ese tipo de actuación corporal es todavía desconocido. Johanna Egas, estudiante de 15 años, considera que un mimo es una persona que se pinta la cara con pasta blanca, se viste de negro e imita todo tipo de movimientos.Pero para Moreno, el papel de un actor especializado en este arte va más allá de esto. Ella dice que primero hay que definir lo que no es un mimo. “El mimo no es solo una cara blanca, ropa negra y chiste. Hay muchas expresiones que hacen al actor de mimo. No es el payaso de la fiesta”.

En eso concuerda Luis Cáceres, mimo profesional. El artista opina que el trabajo del mimo es la creación de imágenes poéticas en escena y no solo descriptivas. “Los mimos no estamos limitados a no hablar en escena, es solo que el artista se centra en construir lenguajes para que el público los capte y entienda en ese momento”.

En muchas ocasiones -cuenta el actor- el papel de un mimo se confunde un poco. “A veces se lo utiliza como un gancho comercial, para recibir clientes, para inaugurar empresas...”

Pero ¿qué causa que la concepción de ese arte no sea totalmente entendida en Quito? José Vacas, conocido en las tablas como ‘Pepe’, afirma que el arte y la cultura no reciben el apoyo que deberían. Para el artista, la mayoría de los espectadores no valora las artes. “En otros países, la gente asiste a los teatros y festivales culturales, les gusta y lo apoyan”. Aunque, según Vacas, también hay que destacar que la importancia que un Gobierno dé a la cultura es relevante.

Para armar una obra, los actores deben reservar un espacio con al menos seis meses de antelación. Preparar la obra, armar la infraestructura, diseñar el vestuario... Las obras se presentan por tiempo limitado y en ocasiones, la paga no alcanza para recuperar toda la inversión.

William Cevallos, estudiante de Artes de la U. Central, argumenta que la apertura que se brinde a los espacios culturales es lo que alimenta al artista. Cuando una persona decide estudiar esto -comenta- está consciente de que debe tener otra actividad para poder vivir. “Más cuando no hay políticas culturales que nos respalden y no hay muchos sitios en donde realizar presentaciones”.

Santiago Rivadeneira, crítico, cree que la base fundamental para que un arte sea explotado es la aceptación y el gusto de la gente. Él recuerda que cuando ‘Pepe’Vacas empezó con el mimo en el país fue la novedad y la gente iba a verlo. “Pero este tipo de artes escénicas han cedido espacio a otras manifestaciones artísticas”.

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