Antes del inicio del texto, el poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico. El texto es ‘La casa de Bernarda Alba’ y el poeta es el español Federico García Lorca. En los tres actos, la vida y la muerte marchan y se enfrentan en un ambiente represivo. La intención documental define cuadros de pueblo, acciones dramáticas y resoluciones trágicas.
Ahora, la pieza teatral se presenta en un montaje que obtuvo el apoyo de Iberescena. 10 actrices ecuatorianas se pusieron bajo las directrices del español Jesús Cracio; en una puesta en escena que se estrenó ayer por la noche, en el Teatro Nacional Sucre.En ‘La casa de Bernarda Alba’, la España ‘negra’, aquella que existió con la Guerra Civil, aquella que asesinó a García Lorca, se representa en el más básico núcleo social, la familia. Una familia donde se impone el poder matriarcal, en una especie de machismo paradójico.
Paulina Tapia, actriz y representante del proyecto, señala la coincidencia temporal del montaje con las campañas contra el machismo; además considera que la incomprensión y la falta de libertad se encuentran aún en los ámbitos social y familiar. Mientras que el director cree que “la represión está latente en todo lado”.
Randy Krarup, quien hace de Adela, la hija menor, buscó a su personaje desde un paralelismo con las pocas mujeres transgresoras que encuentra en la sociedad quiteña. Ma. Beatriz Vergara, quien asume el rol de Bernarda, halla en la obra una representación de la pugna tradición y modernidad, represión y libertad.
En la pieza, son justamente los personajes quienes definen el orden de ese universo en luto, de esa casa prisión. El poder dominante, el silencio cómplice y el ansia de libertad construyen las relaciones entre las mujeres y dan pie a las acciones de ‘La casa de Bernarda Alba’. La obra, tanto en atmósfera, como en palabra, está cargada de símbolos que manejan poéticamente la privación de libertades y conducen al destino trágico.
Asimismo, la genealogía de los nombres de los personajes es parte de ese orden. Algunos son fáciles de intuir (Martirio, Prudencia, Angustias), otros traen referencias (Poncia, por Poncio Pilatos) y están aquellos que apelan desde su significado (Bernarda: fuerza de oso; Adela: nobleza; Josefa: Dios renuévame la familia).
La palabra de García Lorca es precisa, tanto en su valor poético como en la musicalidad que se desprende de los diálogos. Algo que -según Cracio- condicionó la puesta en escena, pues se intenta ser fiel al texto original. “Convertir esa palabra en acción fue trabajo, trabajo, trabajo…”.
El director ha optado por una escenografía escasa, para que el arte del actor se imponga en la puesta en escena; un reto si se considera que las actrices vienen de distintas escuelas. Por ello, tuvo que aunar las interpretaciones dentro del naturalismo que exige este “documental fotográfico”.