La Espada de Madera, el grupo de teatro ecuatoriano que dirige Patricio Estrella, estuvo de paso por Buenos Aires. Llegó con dos obras: su inmortal ‘Tío Carachos’, para niños, y ‘El Quijote’, para el I Festival Internacional de Títeres de Argentina que finalizó el domingo pasado.
Si bien el público infantil porteño ya conocía el ‘Tío Carachos’, aunque “siempre se trata de un público que se renueva”, como dijo Estrella a este Diario, fue ‘El Quijote’ la obra que asombró al público bonaerense. A tal punto que en varias reseñas de los diarios locales lo consideraron una de las mejores puestas en escena de la primera edición del festival.La sala destinada para ‘El Quijote’ fue el Teatro Cervantes. Ana Marizza Escobar, la actriz que arrancó las risas del público haciendo el papel de Trujamán, la asistente de maese Pedro, no deja de resaltar ese detalle. “Más allá de la coincidencia de estar en el Cervantes para representar nuestra versión del Quijote, está el hecho de que actuamos en uno de los mejores teatros de esta ciudad, que es una ciudad de teatros”, dijo la actriz, poco antes de regresar a Quito.
El personaje de Quijote, un títere de dos metros de altura, adquiere tal vida que el espectador no deja de asombrarse. Y aunque quienes lo manipulan están a la vista del público, “uno no se da ni cuenta que están”, dice Natalia, una joven que estuvo presente en la segunda de las tres funciones que ofrecieron los ecuatorianos.
“La verdad es que la gente sabe que había dos personas manejando al Quijote, pero lo más curioso es que el títere se convierte en un actor que pareciera tener vida propia. Los manipuladores se invisibilizan”, explicó Estrella. “Lo que la gente no sabe es la complejidad de este trabajo. Porque por lo general quien manipula la cabeza hace la voz del títere. Pero en este caso, yo muevo la cabeza y la boca, pero es Pato el que habla por el Quijote. Hay un trabajo de coordinación interesante”, cuenta Escobar.
Una ovación de pie para La Espada de Madera, para ‘El Quijote’ en el Cervantes, para una obra que despierta la esperanza pese a la desazón de su regreso a casa. Es un Quijote que regresa para morir, pero que por los recuerdos, decide nuevamente salir en busca de sus aventuras, a ‘desfacer entuertos’ y a auxiliar a los menesterosos, a amar a la imposible Dulcinea. Y eso lo entendió con humor y con drama el público porteño.
“Siento que el público entendió y vivió con respeto nuestras presentaciones. Y se iban metiendo en los personajes y se iban asombrando de la manera en que está tratado, porque mezclamos teatro con títeres”, concluyó Estrella.