Una de las mejores descripciones que se han hecho sobre Octavio Paz, de quien hoy (31 de marzo de 2014) se celebra el centenario de su nacimiento, tiene como autor a uno de sus amigos, Mario Vargas Llosa. En una entrevista publicada en la revista Letras Libres de marzo pasado, el escritor peruano dice que “en Octavio se dio la conjunción poco frecuente de un gran poeta, de un pensador importante y de una persona que siempre fue, desde el punto de vista cívico e intelectual, un modelo de coherencia”.
Esos tres elementos han impregnado de riqueza al trabajo del mexicano, quien ya se ejercitaba en la palabra mucho antes de cumplir los 20 años (producto de esto, hasta su muerte, publicó más de 40 títulos en ensayo y poesía).
En estos días de celebración, la periodista cultural mexicana Carmen García Bermejo lanzó una pregunta al mundo: ¿Quién lee a Octavio Paz? No tan halagadores resultan los comentarios de críticos como Juan Domingo Argüelles, para quien Paz es un escritor más conocido que leído. Pero hay quienes lo han leído y dos de estas ‘raras avis’ opinan sobre su poesía y su ensayo.
- César Carrión/ Poeta y docente universitario
En el caso de Octavio Paz no se puede separar su labor como ensayista de su labor como poeta. Son dos aspectos que marchan a la par. Existe una identidad sólida en su obra. Partiendo de esto, la virtud de Paz como poeta radica en que los lectores vemos en la evolución de su estilo, de sus preocupaciones, una especie de síntesis de las búsquedas de los poetas de la segunda mitad del siglo XX. En Paz podemos ver un recorrido de los últimos rastros que dejó la tradición en las búsquedas del modernismo y cómo esas búsquedas permitieron la entrada de las inquietudes vanguardistas europeas en Latinoamérica. Paz hace una poesía que pretende ser más ecuménica, más “comunicativa”.
Asimismo, hay una especie de conexión directa entre la tradición de los contemporáneos con Paz, y de este escritor con sus propias búsquedas de los poetas franceses y de los movimientos surrealistas.
Por otro lado, su poesía cumple más o menos esta tesis de la tradición de la ruptura. Se ven esas oscilaciones entre las formas literarias y estéticas más tradicionales y esas experimentaciones propias de las vanguardias, de los poetas surrealistas. Y en los temas, desde el latinoamericanismo hacia una poesía más filosófica. Ahora mismo, recuerdo ‘Libertad bajo palabra’, que tiene al poema Piedra de Sol. Este poema de alguna manera topa algunas preocupaciones que otros autores tenían como la historia y la geografía de América. Uno ve en la poesía de Octavio Paz lo que está sucediendo en la literatura latinoamericana y no solo en la mexicana.
Ahora bien, no es que Paz hace algo superoriginal. Él estaba bien sintonizado con lo que pasaba en las letras de su época. Talvez su poesía tuvo más visibilidad que la de los demás latinoamericanos porque fue muy importante dentro y fuera del continente, gracias a su labor como crítico literario y ensayista. Pero en el territorio estrictamente poético, él es una expresión más de lo que se estaba haciendo a lo largo de América Latina.
- Leonardo Paredes/ Catedrático universitario y doctorando en Filosofía
¿Es que acaso es posible hablar de una ensayística de Paz que no tenga relación con su poesía? Como muy pocos autores, él tiene la capacidad de ir y venir de un género al otro sin problema alguno. La relación de estos dos espacios, en Paz, se asemeja bastante a los dibujos que tenemos del ADN: si bien desde el lado de la poesía el autor crea un mundo fantástico lleno de imágenes poderosas para abordar a profundidad temas como la idiosincrasia de su pueblo, en el ensayo utiliza su erudición sobre el mundo para hablar de las imágenes más impactantes de ese mismo tiempo. Y al igual que el poeta, que muchas veces necesita abstraerse del mundo para que la palabra encuentre su lugar en un verso, Paz, como ensayista, tiene que salir de su tierra, de México, para poder hablar con este. En otras palabras, para hablar del mundo, él deberá fugarse de él.
De las lecciones que nos deja el extenso trabajo de Paz en materia de ensayo, la principal constituye que su palabra es universal y no responde a las limitaciones del tiempo. Signo de esto fue la aparición de ‘Posdata’, por ejemplo, donde hace un exhaustivo análisis de los cambios en México desde la aparición de su célebre ‘El laberinto de la soledad’ (que nació de sus encuentros con la teoría freudiana). En ese texto analiza a profundidad los hechos ocurridos en su país en 1968, conocidos como la matanza de Tlatelolco. Y dirá: “Es claro que no estamos ante un recrudecimiento de la lucha de clases sino ante una revuelta de esos sectores que, de un modo permanente o transitorio, la sociedad tecnológica ha puesto al margen”.
No solo fue el rastro de una alta capacidad crítica lo que nos dejó a través de sus ensayos de corte histórico. Como escritor, no podía abandonar su responsabilidad con las letras. Es por eso que ‘Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe’ es una de las obras cumbre de los estudios que se realizan sobre Paz. En este ensayo, él logra combinar tres de sus pasiones: la historia, la sociología y la literatura.