Cuando era niño tenía una camiseta de Mork del planeta Ork, un personaje caracterizado por Robin Williams. El show se podía ver los sábados a la noche y me gustaba hacer el saludo con las manos, una versión del saludo vulcano del Dr. Spock en ‘Star Trek’. También tuve una lonchera de metal repujado con imágenes de la serie ‘Buck Rogers en el siglo XXV’.
¿Pero qué tienen que ver esos dos ejemplos de la arqueología de las series estadounidenses de televisión? Muy sencillo, ambas generaron productos de mercadeo para expandir su universo narrativo, para que sus personajes acompañaran a sus fanáticos más allá de la hora de emisión del programa.
Estas dos producciones, tanto Mork como Buck Rogers, se estrenaron a finales de la década del setenta del siglo XX, precisamente cuando fue la explosión del fenómeno ‘Star Wars’ y su lógica de promoción y mercadeo. Pero este fenómeno nació mucho antes en EE.UU. con una tripulación: la del capitán Kirk y su inseparable amigo de viaje, el doctor Spock.
En los años sesenta del siglo pasado, la serie ‘Star Trek’ o ‘Viaje a las Estrellas’ llegaba a su fin, pero los fanáticos de la serie escribieron cartas a la cadena CBS, no solo con pedidos de que no se acabara sino que sugerían cómo podía continuar la trama, con nuevas aventuras y episodios. Así los fanáticos tomaron el mando y crearon una nueva forma de participación y creación de mundos.
¿Qué tiene que ver esto con la narrativa transmedia? Sencillamente, todo. Estos ejemplos marcan cómo los universos narrativos de la cultura popular y del audiovisual, principalmente, crearon la expansión de los universos narrativos, algo que ya había hecho la literatura, por ejemplo con Tolkien, quien había ya configurado en varias novelas su Tierra Media o el condado tan imaginario y real que Faulkner describe en ‘Mientras agonizo’, por ejemplo. Y así tenemos universos narrativos como Macondo o Santa María, para mencionar a García Márquez y a Onetti.
Los mundos narrativos de la literatura se quedan en los libros, pero los de la cultura popular de los cómics y la televisión son desbordantes, no encuentran un formato único y necesitan generar más experiencias en sus receptores, que no solo son lectores ni espectadores, son reales personajes anónimos de las hazañas y sufrimientos de sus personajes.
¿Cuántos de nosotros no vimos a los académicos de ‘The Big Bang Theory’ disfrazarse como personajes de ‘Viaje a las Estrellas’ y asistir a las reuniones de los fans de las series y películas de TV? Es lo mismo que hacen los fanáticos en estos encuentros con sus héroes de las series: recrear momentos y generar nuevas narrativas a partir de lo que ellos creen o necesitan.
Pero hasta ahora no se ha dicho qué es el transmedia ni quién se inventó el término. La narrativa transmedia o transmediática, que en inglés se conoce como Transmedia Storytelling, y que es asociado a temas publicitarios, en su origen, es un relato que se cuenta mediante todos los medios, formatos y plataformas de comunicación en el cual todos los integrantes del proceso comunicacional somos importantes para la expansión de la historia.
El término lo acuñó la académica estadounidense Marsha Kinder, al analizar cómo se producían y se conectaban las formas publicitarias y de mercadeo de las franquicias; aquí volvemos a los ejemplos iniciales: la camiseta y la lonchera metálica. Pero Henry Jenkins, colega de Kinder en la Escuela de Comunicación y Periodismo de la USC Annenberg, fue más allá. En su libro ‘Convergece Culture’ define y establece que lo transmedia no solo tiene relación con la publicidad y el mercadeo sino con la participación activa de los usuarios y fanáticos, quienes son los que hacen que se renueve la historia y el universo narrativo se expanda en tantos formatos como ellos requieren.
Es así que un largometraje puede tener su serie de televisión, su cómic, su serie de dibujos animados, su disco de banda sonora, sus figuras de acción, su videojuego, su sitio web y toda la línea de mercadeo, pero bajo una estructura de historia concatenada, pues no se sueltan los elementos del mundo narrativo sin una secuencia de uso ni una temporalidad aleatoria. Todo sirve para contar la historia.
Con estos ejemplos, la narrativa transmedia ha evolucionado a la interactividad y en ambientes mediáticos como el actual, en el cual tenemos muchas pantallas para consumir, este tipo de narrativa no se queda en contar historias de ficción. El periodismo y el cine documental han hecho de la narrativa transmedia un elemento importante para la participación de los usuarios y ha servido para que el público objetivo de cada producción se fidelice, se emocione y se apropie del contenido.
Los documentales expandidos e inmersivos son muestra de lo que la narrativa transmedia puede hacer con un relato: usar un sitio web para alojar la historia central y dispararla por medios sociales, ya que cada plataforma tiene su retórica propia. Nada está puesto al azar en una producción de este tipo, pues todo está planificado y cada elemento producido tiene su finalidad: emocionar y movilizar al público final.
La narrativa transmedia de no ficción convoca a los usuarios en torno a la fogata digital, para contar una historia que los afecta, que los mueve y que es necesario tomar acción, pues los temas sociales que inciden en una comunidad son tratados a fondo con el uso de estrategias de mercadeo, de publicidad y de evangelización, todo para mover y conmover.
La narrativa transmedia y sus productores son escasos en el país, lo cual demuestra que el mercado aún sigue pensando en un segmento grande y rentable: la televisión; pero hay que mirar más allá de la pantalla estática y ver cómo producir formatos narrativos literarios, audiovisuales, escénicos, musicales, educativos para múltiples pantallas, pues necesitamos más fanáticos de contenidos, que participen, que inventen mundos y los expandan.
Los encuentros ComicCon son esas citas de fanáticos en donde intercambian opiniones sobre cómo mejorar la serie o renovarla con historias. Las webs de fanáticos y expertos son también esos espacios especializados en temáticas narrativas y de personajes sobre ‘La casa de Papel’ o ‘El Ministerio del Tiempo’.
La narrativa transmedia es contar la historia en todos los medios disponibles, como dice Carlos Scolari, pues como usuarios ya no somos fieles a un solo dispositivo ni recurrimos a un único formato; debemos seducir con relatos novedosos sobre la misma historia y para ello están los podcast, las webseries, las stories en TikTok e Instagram, la serialidad del audiovisual y los formatos largos como las novelas y las películas.
Vestir una camiseta de una serie, película, libro o equipo de fútbol es lo mismo: nos identifica con una narrativa de la cual somos parte, pues su historia es la nuestra, nos emociona y buscamos expresarla de todas la formas. Eso es transmedia.
*Profesor de Comunicación Digital de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito.