El sueño americano es más que una frase muy trillada: es una acción de vida y una ilusión que se transmuta fácilmente en una utopía, en una mala decisión o en una pesadilla.
‘Sam no es mi tío’, un libro editado por Diego Fonseca y Aileen El-Kadi para la editorial Alfaguara, tiene su bitácora llena de 24 de estas historias de corte amargo; de sueños hechos trizas; de trizas convertidas en basura.
Son relatos pergeñados por 24 intelectuales y periodistas latinoamericanos (incluido Fonseca) que, de una u otra manera, han vivido alguna experiencia con el gigante del norte.
Experiencias negativas como la que reseña Santiago Rocangiolo, el peruano creador de Abril Rojo que, talvez por esa novela, vio negada su visa de ingreso al territorio gringo luego de vivir una tramitología de locura.
Vivencias propias, vivencias ajenas. Tan propias como las del periodista Joaquín Botero, quien tuvo que sobrevivir haciéndolas de cuchillero por un buen lapso. Claro, los cuchillos que manejaba el colombiano solo servían para cortar quesos y no para menesteres más oscuros.
Relato memorable el de Botero, que afirma que “los jefes nunca dejan de presionar al galeón, echando látigo sobre cada remero”. Como en todas partes.
Vivencias tan ajenas como las de La Gata, una ajada rioplantense cantante de tangos. De 84 años. Una mucama de día que estira en las noches sus cuerdas vocales hasta el infinito, con un único objetivo: paliar su soledad y su indigencia con un poco de calor humano . Y, a veces, con un trago.
Magistral relato de la argentina Gabriela Esquivada, también.
En síntesis, ‘Sam no es mi tío’ es un libro bien escrito y lleno de condumio. Amargo, altanero y cautivo, pero sin mensajes ni moralejas ocultas. Solo la vida.