Arácnidos y artrópodos, pequeñas criaturas que, invisibles las más de las veces para el ojo humano, habitan en los jardines y en los rincones de las viviendas… Equilibrando el ecosistema, laborando en silencio su cotidianidad,
Para el español Jorge Perianes esa invisible cotidianidad no podía excluirse del diálogo que plantea su intervención en el Patio de la Biblioteca, del Centro Cultural Metropolitano.
Así, el artista visual concibió una enorme telaraña, que se soporta sobre las dos centenarias araucarias. Un elemento que atrapó la atención del artista, por su potencia y por alzarse como emblema en la estética de este histórico lugar.
De cables y focos se arma esta instalación. Las significaciones que adquiere se relacionan con los aspectos que Perianes identificó en el espacio.
El artista destaca: la forma de ser transitado, la visión que tiene el espectador desde todos sus diferentes ángulos y alturas, la luminosidad que le afecta a las distintas horas del día y de la noche, la carga histórica que contiene, la vegetación emblemática que posee el tipo de ambiente que crea y transmite.
Con el pasar del tiempo se evidencia una lectura cambiante sobre la instalación. Por la noche las luces encendidas de la telaraña arman una composición diferente, de aquella que se puede leer durante la mañana. Los cambios en la iluminación dan nuevo valores de significación.
Lo otro es la perspectiva. Desde el acceso al patio, la telaraña se abre en las alturas. La parada en ese punto obliga a elevar la mirada. Entonces, la cúpula de la Iglesia de la Compañía parece estar atrapada por los filamentos de la telaraña.
En cambio, si la instalación se mira desde el segundo piso, desde el punto opuesto a la entrada al patio, el espectador verá cómo los visitantes se detienen ante la intervención. Entonces, son las personas las que se hallan atrapadas en artilugio arácnido.
Así, Perianes juega con la visión del visitante e integra todos los elementos del patio, estructura y memoria, en comunión artística. Elementos a los que “obviarlos como individuo es algo grave, pero obviarlos como artista pasa a ser algo lamentable y totalmente reprochable”, dice.