Oliver Stone está convencido de que en América Latina está ocurriendo un cambio. Defiende el trabajo de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, e incluso se enoja cuando hay muchas preguntas recurrentes sobre las actuaciones del Mandatario.En la entrevista, aunque no se enojó, insistió que en ‘Al sur de la frontera’ quiere contar a los estadounidenses y europeos sobre ese cambio. “No es un documental con un profundo análisis de Sudamérica, pero da una introducción de lo que ha sucedido en los últimos años”.
“Mientras estudio la historia he encontrado que hay dos tipos de gente: los que quieren el cambio y los que se resisten al cambio y sobre ese aspecto se producen las guerras y la violencia”.
También le molesta que le tomen fotos mientras brinda una entrevista. El domingo, cuando se presentaba su documental ‘Al sur de la frontera’ (ver nota inferior) entabló un diálogo a EL COMERCIO.
En un principio el encuentro debía ser a las 15:00, en el Swissotel, pero su vuelo (desde Bogotá) se retrasó y la entrevista fue postergada para las 19:00.El séquito que estaba con el director anticipó que solo podía hacer cuatro preguntas, pero eso era muy poco para todo el cuestionario de cine y política que estaba en agenda. Llegó la hora de la entrevista. El sitio: los camerinos del Teatro Politécnico. Ahí, el canal del Estado también dialogaba con el tres veces ganador del Oscar. Una de las asistentes de Stone recordó nuevamente las reglas: fotos al inicio o al final y pocas preguntas.
Stone ya estaba en el set improvisado en aquel camerino de paredes anaranjadas. En los pasillos estaban guardaespaldas de la Presidencia, prensa estatal y funcionarios del Régimen.
Uno de sus asistentes, el único que hablaba español con acento argentino, volvió a recapitular las normas de la entrevista: fotos solo al final y solo cuatro preguntas. Pero se necesitaba más tiempo. Sin embargo, por segunda vez la entrevista se postergó. El presidente Rafael Correa, quien también estaba en los camerinos, quería hablar con Stone, así que había que salir del set improvisado. En el pasillo –cerca de la puerta- estaba el Mandatario, esperando su turno para dialogar con el afamado director.
Solo los allegados al Presidente y a Stone se quedaron. Aunque el fotógrafo de este Diario no fue evacuado y logró unas gráficas de ambos personajes. Luego de eso, se permitió el diálogo con este medio, siempre con la insistencia de que serían pocas preguntas. Stone me dijo que no le gustaba que le hicieran fotos en medio de la conversación porque se distraía. En verdad, piensa mucho las preguntas antes de pronunciar las respuestas. Quería posar para las fotos.
Stone conoce mucho sobre los personajes de América Latina. Cree que esos personajes, como el subcomandante Marcos de México, quieren el cambio. “En Ecuador, (Jaime) Roldós quería el cambio, estoy seguro que fue asesinado por la CIA, pero eso no se puede probar. (‘)”.
Es sarcástico. Se reía cuando hablaba del plan de lucha contra las drogas en Colombia. Insistía que eso es una mentira. Pero, a pesar de que le molesta que se polemice con Hugo Chávez le pregunté: Él (Chávez) es uno de los más críticos con EE.UU., pero también es uno de los que más petróleo les vende, ¿no hay ahí un doble discurso? “Jesús Cristo. Es un santo” y se rió. Argumentó, entre otras cosas, que Chávez ha dado más dinero de ayuda a Haití que Estados Unidos.
Luego de esta respuesta, los colaboradores de Stone dieron un ultimátum. “Es la última pregunta”. El director dijo que no, que podía hablar hasta que terminara el documental que aún se presentaba en el teatro. El asistente se puso nervioso, la entrevista siguió por seis minutos más.
El cambio fue el eje de la conversación. Pero si hay ese cambio ¿por qué el cine estadounidense no deja de producir películas en donde se muestra a los países del sur de la frontera estadounidenses como folclóricos, pobres…?
“Cuando entré en los negocios, en los setenta y ochenta, no había conciencia social en los estudios. No se hizo mucho por lo que pasaba en Chile y las que habían no eran comerciales. Cuando hice ‘Salvador’ fue sin recursos, sin distribuidora y era una película que contaba sobre la guerra en Centroamérica”.
Se apasionaba en sus respuestas y se apasionó en su despedida. “Tiene que terminar. La injusticia debe de terminar”.