¿Cuál es el ejes del filme ?
Queríamos que funcionase como una pieza más dentro de las obras que se estaban realizando; es decir, 10 artistas y sus intervenciones y yo que ejercía una obra sobre lo que veía y percibía.
¿Cómo se llevó el diálogo de tradición y contemporaneidad a lo audiovisual?
La propuesta del diálogo ya estaba en el proyecto. La traducción al lenguaje audiovisual llegó desde la construcción de las obras y su interacción con la gente y con el espacio. Por ejemplo, la mano de La Ronda irrumpía y obligaba a la gente a interactuar. También le dimos acentos estéticos, la música fue diseñada especialmente para el documental. La estructura del filme se divide según cinco elementos: cielo, tierra, agua, aire y tiempo.
¿Por qué insertar tomas de la ciudad y su gente?
La vinculación de la ciudad, sus calles y su gente, en las imágenes insertas en el documental surgen de una conversación con Gerardo (Mosquera), en la que menciona que la obra la hace también la gente; que hay una influencia de doble vía. Era necesario saber quién era ese público y dar un contexto con la ciudad.
¿Qué fin persigue el filme?
Hacer participar a la gente, mediante un registro perdurable, de una exposición que transita en el tiempo. Y mostrar lo que somos: una ciudad colonial y de costumbres, pero también de arte contemporáneo, de intervenciones en espacios abiertos.