No tienen un nombre que los identifique a todos. Eso porque prefieren consolidarse antes de decidir cómo llamarse.
Para los 21 artistas de esta orquesta de cámara anónima, la música es una pasión que se vive alejada de las etiquetas y de manera mucho más cercana a las partituras. De hecho, en sus primeras presentaciones, que se llevaron a cabo la semana anterior bajo la batuta del reconocido director suizo Emmanuel Siffert, lo que ellos han preferido es darse a conocer a través de los sonidos de Mozart, Dvorak, Bach, Guevara y Florencia (estos dos últimos compositores ecuatorianos).
A través de esta orquesta de cámara, estos coidearios lo que quieren es “llevar la música a sectores que han quedado marginados de los grandes escenarios”. Al menos así explicita Simón Gangotena, uno de sus músicos y mentalizadores de la agrupación.
Otra de las cosas que los impulsa a hacer música académica en formato de cámara es la necesidad de sentir suya cada una de las partes de este proyecto. Desde la gestión de la información sobre sus presentaciones, hasta el equipamiento de los miembros de la orquesta, todo lo que ellos hacen es autogestión. Por eso en la actualidad difunden su arte en presentaciones gratuitas para así obtener auspiciantes que los ayuden, entre otras cosas, a llegar a otros puntos del país “donde tal vez escuchar a Mozart llegue a cambiar la vida de un joven”, como subraya Gangotena.
De su experiencia en sus primeras presentaciones, la agrupación destaca las horas de trabajo junto a Siffert. Lo más relevante de trabajar junto a este reconocido director fue, para ellos, el encontrar a una persona que se siente feliz al momento de levantar una batuta y ondearla en el aire para revivir los capítulos musicales de los grandes compositores.
La alineación con la que esta orquesta de cámara ofreció sus conciertos estuvo conformada por músicos de las filas de vientos (oboes, fagot, cornos) y cuerdas (violines, violas, chelos y contrabajo). Lo que quieren en este pequeño formato es ofrecer al público alrededor de cuatro conciertos grandes al año y, por lo menos, uno mensual con la participación de los diversos ensambles.
Pero para continuar su trabajo, lo que quieren primero es resolver pronto la cuestión sobre su nombre, uno que sea tan especial que los identifique como músicos de la escena ecuatoriana.