Cada vez que se nombran nuevos miembros de las academias, surge una pregunta, que ya es recurrente. ¿Son las academias cenáculos cerrados para la añoranza de épocas mejores, en reuniones con conversaciones inaccesibles para la mayoría y que con el tiempo han ido decayendo? Hoy es un día apropiado para despejar la duda.
Esta noche la doctora Pilar Ponce Leiva será la nueva incorporación de la Academia Nacional de Historia del Ecuador y el doctor Marco Antonio Rodríguez será miembro número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Para Carlos Landázuri, historiador y académico, la Academia de Historia está“perfectamente viva”. Cree que la entidad se ha preocupado de incluir entre sus filas a gente más joven y a académicos en plena producción, como sería el caso de Ponce Leiva.
“A lo mejor tuvo una época en la que la Academia se convirtió en una especie de cenáculo consagrado donde las figuras iban casi a un retiro honroso. Si es que eso hubo en algún momento creo q ha habido un interés por revitalizarla”, comenta.
Por su parte, el escritor Simón Espinosa cree que la Academia de la Lengua sigue más viva que antes en el sentido de que ahora se han especializado y ha aportado en el cuidado de la lengua.
“Pero como ha habido la rebelión de las masas y una ampliación del influjo democrático sí ha perdido el prestigio que tenía. Y creo que eso ha pasado por la democratización de la cultura. Antes aquellas instituciones que surgían como ‘icebergs’ ahora tienen otros que compiten en el mar cultural”, dice Espinosa.
La opinión de Juan Cordero Íñiguez, director de la Academia de Historia, es que la entidad tiene un papel importante porque “ investiga y publica. Siempre recordamos las grandes fechas históricas y a grandes personajes”.
Ahora, la Academia de Historia tiene un nuevo proyecto sobre la historia general del Ecuador. La primera parte es sobre la historia aborigen del país.
La directora encargada de la Academia de la Lengua, Susana Cordero, cuenta que las academias realizan una “incesante actividad de preservación del espíritu de la lengua, con la publicación de diccionarios útiles y significativos. La Academia se halla empeñada en nombrar nuevos miembros correspondientes y en elevar a la categoría de miembros de número a quienes cumplen los requisitos para obtener la dignidad de esta cátedra, como sucederá con el doctor Rodríguez”.
Pilar Ponce Leiva. Academia de Historia
‘Sé que estoy siendo útil’
Esta doctora en Geografía e Historia nació en Quito hace 56 años. Su madre es española. Su padre, ecuatoriano y diplomático de carrera, llevó a su familia por todo el mundo. Fue en España donde Ponce Leiva sentó raíces. Ahí estudió la universidad y después obtuvo su doctorado en la universidad Complutense de Madrid. Profesionalmente siempre se ha dedicado a la historia del Ecuador, “porque soy ecuatoriana, siempre me he sentido de acá, aunque tengo nacionalidad española y hablo raro”, dice.
La materia siempre le atrajo; poco a poco se fue adentrando en la historia del Ecuador y medida que lo hacía, se fue enamorando de ella. Fue entonces, y de aquello son ya 25 años, cuando decidió enfocarse en el siglo XVII. ¿Por qué? “Por llevar la contraria, pues ese es el siglo del que se sabe poco, es el menos estudiado”.
Ha publicado tres libros, entre ellos el más conocido ‘Certezas ante la incertidumbre. Élite y cabildo de Quito en el siglo XVII’.
Su incorporación, como miembro correspondiente, además de un honor para ella es un momento para hacer “un alto y mirar atrás. Es un hito en mi carrera y en mi vida personal. Es como una reafirmación de que estoy siendo útil al tratar temas que no se han tratado”.
Marco Antonio Rodríguez. A. de la Lengua
‘Es un gesto de benevolencia’
Nació en Quito en el barrio de San Roque en 1942. Desde pequeño estuvo rodeado por las artes. Su familia paterna era artesana. Y es de ahí -dice- de donde nace su pasión por la artes visuales. Desde pequeño destacó en sus estudios. Es doctor en Jurisprudencia, doctor en Filosofía y Letras y máster en Ciencias Políticas, pero asegura que son los libros, las letras, los que mueven su pasión.
Su oficio ha sido leer, pensar, escribir y enseñar. A los 19 años fue profesor de Literatura ecuatoriana en un colegio de Quito.
Es Miembro Correspondiente de la Academia desde 1998. Y desde hoy, será Miembro Número (título honorífico de mayor rango), en reemplazo de Jorge Salvador Lara, quien murió este año y quien además fue su profesor. “Este nombramiento es un gesto de tanta benevolencia que no tengo cómo retribuirles sino con más estudio, más trabajo y esfuerzo”.
Rodríguez tiene varias publicaciones, entre ellos los libros Palabra e Imagen, cuatro volúmenes sobre artistas plásticos ecuatorianos, Grandes del siglo XX ; Palabra de pintores Artistas de América (I); Palabra de Pintores Artistas del Ecuador (II). Actualmente es Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.