Ayer hubo fiesta y arte. Qué mejor manera de celebrar el segundo año de una propuesta que alivió la ausencia que pesaba sobre los creadores jóvenes, porque no contaban con un sitio para saltar hacia el público. Qué mejor manera de agasajar a esa posibilidad, que en un No lugar, donde todo sea deseable y factible.
Resulta, pues, que antes de dar chance a la resaca de las celebraciones, vale conocer este espacio, esta plataforma que, sobre todo, vive por su frescura. Una frescura que se muestra en las exposiciones que allí tienen salida, como la que se inauguró la noche de ayer, ‘What if…’, donde seis artistas visuales exhiben su trabajo con el video, desde sus perspectivas y llenos de fuerza expresiva. Una frescura, la de esta plataforma, que se respira en sus espacios y en las palabras de quienes la mantienen, la estructuran y descomponen, la arman y la quiebran; la impulsan como lo han venido haciendo desde ese abril del 2010, que suena tan cercano, pero con todo lo conseguido, tan lejano.
Para guiarnos por la andadura de vida del No lugar, aparece Eduardo Carrera, artista visual, quien narra brevemente la historia de este espacio, comenzando por quienes lo han acompañado en la tarea de crear, difundir, gestionar y promover, sus amigos artistas: Francisco Suárez, Rubén Darío Díaz y Byron Toledo, compañeros desde las aulas de la Universidad Católica.
Entonces, el No lugar tuvo lugar (valga la antítesis), primero en Guápulo, donde un espacio se hizo galería en lugar de taller. Dos semanas después de la primera muestra, tuvieron otra y luego otra y otra. Ahora, son vecinos de La Floresta. En dos años han sumado más de 60 actividades, entre artistas visuales, escénicos, musicales y, también, de movimientos sociales; porque, allí cabe la idea de lo contemporáneo desde sus diferentes manifestaciones.
La cantidad de convocatoria de la plataforma se debió a la apertura hacia artistas jóvenes, creadores que no tenían dónde emplazar sus trabajos, más allá de muestras universitarias. Así, como no había la posibilidad de presenciar el salto del artista estudiante al artista profesional, el No lugar se volvió plataforma para visibilizar el proceso.
Los llamados también venían desde fuera de la ciudad y del país. Se pensó entonces en iniciar un programa de residencias; es decir, artistas trabajando en la galería por un período determinado sobre aspectos definidos, para luego exhibir sus piezas en ese espacio ante un público que ha acudido fielmente al No lugar. Fielmente con las ganas de conocer más de arte contemporáneo, de llenarse de nuevas experiencias y, claro, de divertirse; porque esta plataforma es un espacio donde la equivocación es válida.
Una idea desacralizadora envuelve al No lugar; entre sus muros el solemne ‘cubo blanco’ es lo de menos; allí está el laboratorio, la discusión amena para generar nuevas propuestas. Si bien el No lugar es un nombre que viaja por los circuitos del arte en el país, pues se los toma mucho en cuenta dentro del medio, dice Eduardo que el ‘mainstream’ no va mucho a sus exposiciones. Pero lo “bacán, es que tenemos otros públicos que el resto de espacios no tiene; y eso significa otra forma de relacionarse con el arte”.
Así como sucedió con las residencias, se han abierto a la investigación, con el fin de generar contenidos, y, más que nada, a la gestión, a trabajar en redes para que sus muestras puedan girar por otros espacios de la ciudad, del país y de Latinoamérica. El No lugar se autogestiona y su presupuesto viene de vender bebidas en los actos que allí se desarrollan, no cobran al público, tampoco a los artistas, a veces venden las piezas; pero lo que los empuja, no es el mercado, sino movilizar debates, pensar su mundo.
Y lo hacen con eventos que dinamizan la escena del arte contemporáneo, lo hacen con frescura y cabeza. Lo hacen renovándose, mutando en ese No lugar.
Puntos de vista
Marcelo Aguirre. Coordinador de ArteActual
‘Proyecto de jóvenes, dinámico y actual’
Es excelente, es la única manera de trabajar. Es un proyecto de jóvenes, dinámico y actual. Nosotros como ArteActual estamos contentos de que haya un vínculo de intercambio, debate y colaboración. Es un proyecto que está caminando, con propuestas creativas audaces, de artistas que están empezando: un espacio que da cabida a nuevas generaciones. Por ello, el No lugar es un aporte indispensable para elevar las discusiones y los encuentros.
Ana Rodríguez. Directora del CAC
‘Muestra la idea de los espacios alternativos’
Valoramos un montón que haya más espacios alternativos en la ciudad, espacios que tienen autogestión. Lo más importante es que los artistas entiendan que no se trata de que haya el galerista, el curador y el artista, sino esos roles más bien difusos . El No lugar muestra la idea de los espacios alternativos, de las propuestas emergentes, de los trabajos en redes de colaboración y de que los discursos no tradicionales empiecen a tener un circuito.
Álex Schlenker. Artista visual / Catedrático
‘Ofrece curadurías pensadas desde el arte’
Sigo el proyecto de cerca porque son amigos, compañeros y alumnos. El No lugar da la posibilidad de que artistas gestionen a artistas, en un medio donde no hay gestión y lo producido no tiene salida. También ofrece curadurías pensadas desde el arte, lo que permite perspectivas distintas. El No lugar entra como una propuesta menos rígida e institucional, sin una política preestablecida, que no depende de un curador sino de que los artistas actúen.