Paula Barragán nunca está quieta. Cuando no es una exposición, es un taller para hacer muñecas o el ajetreo interminable para enviar obra a la galería neoyorquina Multiple Impressions, con la cual trabaja, o puede ser también la creación de un libro, como ocurrió en diciembre pasado. Este último retoño se titula ‘Naranja Vertical, el arte orgánico de Paula Barragán’.
Con una edición bien cuidada, a cargo de El Apuntador Ediciones el libro recoge reproducciones de cerca de 60 obras de la artista quiteña, entre óleos y dibujos. ‘Naranja Vertical…’ da cuenta de un universo eminentemente sensorial habitado por Barragán; donde todo parece estar floreciendo. La exuberancia manda. Debe ser por eso que Alfonso Espinosa, quien está a cargo de los textos del libro, comienza diciendo: “¡Qué ganas de ser un insecto para caminar por dentro de los cuadros de Paula Barragán! Sería una feliz araña tejiendo mi tela en sus grabados, en los más oscuros”.
Las reproducciones comunican lo matérico de la obra, en sus empastes, sus grietas, su densidad; surcos breves y chorreados discretos que dan cuenta del pulso de Barragán. Al pasar las páginas aumenta la curiosidad por esos parches de color, las líneas profundas, la falta de perspectiva. ¿De dónde salen? Son pura paleta y geometría, pero geometría sin reglas. Por eso algunos óleos recuerdan el constructivismo de Joaquín Torres García, pero en una versión desordenada, orgánica, como si la estructura estuviera a punto de caer, tambaleándose.