En ese recorrido musical por el mundo, que nos propone la Fundación Teatro Nacional Sucre, no son los músicos extranjeros los que visitan el país, sino el público ecuatoriano el que viaja a través de las sonoridades de otras voces y otros instrumentos.
Así sucede que un día nos vamos para Brasil y después a Portugal; transportados siempre por el sentimiento, ya alegre, ya melancólico, siempre intenso, siempre vivo. Y sucede también que una mañana, en un Quito rodeado de montañas, ese sentimiento abre el horizonte en un Encuentro (gracias a Diego Oquendo Sánchez) con la música y jovialidad de Capella Em Trío y con la belleza y voz de Ana Moura.
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Zefinha y sus hijas Ana y Luciana Alvarenga, custodiadas por sus músicos, Rodrigo, Pablo y Daniel, hablan de Capella Em Trío, que es hablar de la música y de la cultura brasileña, que es incluso hablar de la música allende las fronteras de Brasil. La que conversa sin dificultad en español es Luciana, la menor. “Cantar y convivir en familia es un gran aprendizaje”, dice ante las miradas y las sonrisas cómplices de su hermana y su madre, quienes en portugués se hacen entender.
Llevan 12 años como grupo. El amor ha suavizado los momentos difíciles y se entona en el timbre de voz que comparten las tres. En su familia siempre ha habido música, en la fiesta y la samba, en el canto de primos y tíos, en la escuela donde Zefinha dictaba clases o en el coro de la iglesia. En total son seis hijos y todos tienen formación musical, pero las tres se decidieron por juntarse a pesar de algún sentimiento adolescente que, entonces, no se emocionaba por armar un trío familiar. Se juntaron tras la muerte del padre, se juntaron a cantar por cantar.
En ese canto recogen los colores, las texturas y las tradiciones de Brasil. Investigando avanzan por esos ritmos infinitamente ricos; avanzan también por las diversas regiones de su país, partiendo de su Minas Gerais natal acogen con el alma la samba, la bossa nova, la tropicalia, los chorinhos, para vivirlos en sus voces. Voces que también cantan a Milton Nascimento, a Chico Buarque, a Caetano Veloso…
Pero si la diferencia de idioma no es barrera para la expresión y la difusión de su música, tampoco lo es la diferencia de ritmos. Así, llegaron al país con su versión del pasillo Petita Pontón (anónimo del siglo XIX) y con este tema, bellamente cantado, tienden armoniosos puentes.
Como puentes se tienden también hasta el fado, que es el alma portuguesa hecha música, cuando canta Ana Moura. Bella, con su voz y su acento que parecen besarlo todo, ella es la prueba de que el fado no es otra cosa que “vivir todos los sentimientos, con toda la intensidad” y que para cantarlo además de voz es necesaria una alta sensibilidad.
Escuchar sus canciones es hundirse en una dulce nostalgia, en esa saudade que no halló traducción al castellano. Ana vive ese sentimiento. Lo hace en las casas de fado, que entre misterio, celebración e intimidad, respiran en esa Lisboa que se abre al mar. Y lo hace también en los grandes escenarios, espacios que han hecho de ella, con sobra de merecimientos, una diva del fado, posición que la cantante asume con una sonrisa de modestia y como la posibilidad de dar a conocer al mundo esa música que es poesía.
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Poesía como la de su coterráneo Fernando Pessoa, el poeta preferido de Ana, fascinante por sus heterónimos y fascinante por su palabra. La relación de Moura con las letras es sentimental, hay composiciones antiguas y otras modernas, que cambian en sus formas como cambia la historia, pero que permanecen atemporales en la emoción.
En su canto se escucha ese pasado hecho por la voces de Amalia Rodrigues y María da Fe, quien fuera la madrina artística de Ana; y es un canto que se ha incluido en una generación de otras fadistas como Mariza o Cristina Branco. Claro, Ana cabe por su personalidad, por esa voz tan propia para un género infinito y universal. El fado siempre estuvo en su casa, en su natal Santarém.
Siendo el fado una música tradicional, llama la atención la acogida que tiene por parte de la juventud. Moura cuenta que ahora es un momento de efervescencia total del fado, los muchachos acuden cada vez más a los conciertos y entre las listas de los más vendidos siempre aparece un disco de este género. Pero Moura también se relaciona con otras músicas; además de haber colaborado con Prince y los Rolling Stones, ella se inclina por el soul y entre lo que escucha menciona el trip-hop de Portishead.
Es la posibilidad abierta de la música: siempre prestar el oído para que nuevos ritmos y nuevas voces nos alteren para bien la vida; es la posibilidad que se abre con Músicas del mundo.
Otras citas musicales dentro del Festival
Esta noche, a las 20:30, en el Teatro Variedades, se presenta Capella em Trío. USD 15.
Además, hoy en e l Variedades estarán Enrique Males, Lindberg Valencia, Schubert Ganchozo…
Mañana, la música con Tadashi Maeda, Hikaru Iwakawa y la Orq. de Instrumentos Andinos.
El viernes y el sábado es el turno, en el Sucre, de los uruguayos Agarrate Catalina y su murga.
Agarrate Catalina y Capella em Trío participarán de conversatorios, el jueves y el viernes.