La modernidad llegó a su máximo nivel cuando se instaló en el mundo la lógica del mercado y sus secuelas: la explosión del consumo, la mecanización, el auge de las ciencias y las tecnologías, la urbanización y la conexión como medio de intercambio planetario.
Instalada la modernidad bajo principios entonces irrebatibles –la democracia, la libertad económica, el desarrollo de la ciencia y la competencia iluminados por la llamada globalización- a fines del siglo XX comenzó a identificarse su “agotamiento” por la concentración del poder de las transnacionales, las desigualdades sociales, la crisis de los estados nacionales y los primeros atisbos de la emergencia climática.
Implosión
Ante tal situación aparecieron corrientes filosóficas, artísticas, políticas, religiosas y sociales que cuestionaban el progreso ilimitado y la falta de un liderazgo mundial que “corrigiera” ese destino. Y el posmodernismo surgió como una verdadera implosión -generada por tendencias anarquistas-, que planteaba que “todo es relativo, pues no existe una verdad universal”, por lo que había que plantear otras opciones desde arte, la cultura, las ideas -e incluso desde la moral-, dependiendo de circunstancias concretas.
La posmodernidad es un movimiento cultural, artístico e intelectual, que critica los valores de la modernidad, como la fe en la razón, la ciencia y el progreso, y propone la deconstrucción de todas las ideas, que equivale a rupturas del orden epistémico moderno, la negación de las verdades absolutas, el rechazo de los “grandes relatos”, así como la piedad degradada a humanitarismo.
En el arte posmoderno se mezcla lo antiguo con lo nuevo, se experimentan con los colores y las texturas, y se adoptan elementos divergentes. En la posmodernidad se consolidan los movimientos feministas y ecologistas de última data. Los representantes de la filosofía posmoderna son Michel Foucault, Jacques Derrida y Jean-François Lyotard.
Los siguientes pensadores cuestionan la modernidas: Zymund Bauman, Edgar Morin, Giovani Sartori y Tzvetan Todorov.
Zymund Bauman y la “disolución” de la modernidad
El sociólogo Zygmunt Bauman, de origen polaco, que denunció con lucidez el individualismo y la desigualdad, representa una de las voces más críticas de la modernidad, en la que el Estado-nación, la familia, el empleo, el compromiso con la comunidad… son pasajeros.
Zygmunt Bauman es una autoridad intelectual reconocida en el mundo. Vivió los horrores de la guerra, la persecución, las purgas y el exilio; pero jamás fue un conformista. Retrató con agudeza el sistema capitalista, y luchó contra la superficialidad del debate público, caracterizado por el desconcierto de los ciudadanos ante un mundo que se ‘licúa’, que se diluye progresivamente ante la avalancha de la burbuja liberal, y la aparición de nuevos escenarios y protagonistas centrados en la protesta antes que en la propuesta.
Hay que advertir, en este contexto, la creciente complejidad de los procesos que vivimos. La influencia de las tecnologías de información y los sistemas de comunicación es tan impactante y sutil, que ha atravesado la vida cotidiana, y ‘disuelto’ los marcos de referencia otrora inamovibles como la misma estructura estatal.
Ejemplos: las denominadas autopistas de la información han permitido que la guerra y la paz, la miseria y la ostentación, las atrocidades y las acciones de bondad lleguen en directo y en forma cruda desde lugares remotos a nuestros hogares, a través de las imágenes electrónicas, por incidencia de la globalización, en virtud de la cual, según Milan Kundera, ‘nadie puede escapar a ninguna parte’.
Edgar Morin y la complejidad
El filósofo y sociólogo francés, de origen sefardí, es uno de los más famosos pensadores del mundo actual. Morin es el creador de las ciencias de la complejidad. ‘Los siete saberes para una educación del futuro’, ‘Ciencia con conciencia’, ‘Diario de un libro’, ‘Civilización o barbarie’, ‘La vía para el futuro de la humanidad’ son sus principales obras.
Édgar Morin es un referente no solo para los científicos sino para los ciudadanos del estado llano. La razón estriba en que ha sido uno de los pocos pensadores –comparable con Aristóteles- que ha logrado descifrar los grandes equívocos de la modernidad, y ha propuesto un nuevo modelo para entender y actuar sobre la realidad mediante el método complejo.
La realidad fue descrita –Newton incluido- como compartimentos estancos, a través de disciplinas que fraccionan esa realidad. Morin es el padre del pensamiento complejo, que mira las ciencias desde un enfoque transdisciplinar, cuya base epistemológica es la incertidumbre, y propone una ciencia con conciencia, es decir, ordenada al humanismo.
Giovanni Sartori y el hombre audiovisual
Fue un pensador excepcional, argumentativo e irónico que cambió las ciencias políticas y las ciencias de la comunicación.
Nació en Florencia, Italia, en 1924. Intentó descifrar el mundo de hoy, desde una perspectiva sociológica y política. Jugó hábilmente y con elegancia entre el sarcasmo, el humor y la indudable trama científica, especialmente en el contexto de la política italiana.
Sus ensayos son conocidos en todo mundo. Por su haber académico, Sartori fue reconocido con varios premios internacionales y fue profesor emérito de la Universidad de Florencia. Enseñó en Stanford, Columbia y otras de Estados Unidos y Europa.
Los estudios de Sartori sobre la comunicación -especialmente su libro ‘El homo videns: la sociedad teledirigida’- se convirtieron en centros de debate no solo en el ámbito académico, sino político y mediático. Sus ideas sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad son ahora referentes y necesarias fuentes de consulta.
Sus obras, de una incansable mordacidad y siempre combativas con el poder -dice un comentarista- han encendido la hoguera mediática y política cada vez que se han publicado. Sucedió con ‘¿Qué es la democracia?’ (1997), con ‘La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros’ (2001), ‘Homo videns: la sociedad teledirigida’ (1998). En junio de 2015 publicó su último libro, ‘La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro’.
Tzvetan Todorov y su vocación humanista
El escritor búlgaro-francés Tzvetan Todorov es reconocido en el mundo por haber iluminado el siglo XX y mirado los problemas del siglo XXI, que se traducen en ‘la confusión contemporánea’. Filósofo, lingüista, semiólogo y teórico de la literatura, Todorov fue uno de los observadores más lúcidos del desorden de las sociedades postmodernas.
Nacido en Sofía, Bulgaria, en 1939, Tzvetan Todorov murió en Paris, en 2017, a los 77 años, luego de una larga y genuina vocación por la humanidad. Recordado como el apóstol del humanismo, sus ideas contribuyeron a entender las principales crisis de Oriente y Occidente, y a replantear la tesis de la denominada ‘otredad’, en su libro ‘La conquista de América: el problema del otro’, editorial siglo XXI.
Se consideraba un ‘hombre desplazado’, como le gustaba autocalificarse, Todorov se distinguió por su espíritu inclasificable y su afición a traspasar fronteras entre disciplinas. Se mantuvo a una distancia prudencial de los apóstoles del posestructuralismo, como Foucault o Derrida, y nunca acabó de encajar entre los nuevos filósofos.
Todorov fue profesor y director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje, en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), en París. También dio clases en Yale, Harvard y Berkeley.
Doctor en Psicología, Todorov fue uno de los intelectuales más luminosos de Europa; un pensador multidisciplinar, humanista crítico y comprometido con el hombre concreto, de raíces ilustradas, con una vasta obra que fuera reconocida con el premio Príncipe de Asturias, en 2008, y la Medalla de la Orden y de las Letras de Francia. Sus títulos son decidores: ‘El hombre desplazado’ (1997), ‘Memoria del mal, tentación del bien’. ‘Indagación sobre el siglo XX’ (2002), ‘El nuevo desorden mundial (2008)’, ‘La literatura en peligro’ (2007), ‘La experiencia totalitaria’ (2010) y ‘Los enemigos íntimos de la democracia’ (2012).
‘Ninguna curiosidad le fue ajena. Teórico literario, crítico de arte y literatura, lingüista, filósofo, historiador. De los formalistas rusos a la filosofía del lenguaje. De los maestros de la pintura flamenca del renacimiento a Goya. De la conquista de América a los campos de concentración. De Oscar Wilde a Rilke. Y de todas esas sendas a la dirección única de la democracia. Ésta es uno de los grandes temas de su pensamiento. De cómo algo sublime se ha degradado hasta ser un artefacto de fabricación casera’.
Todorov se mostró fascinado por la figura del insurgente, a quien dedicó su último ensayo publicado, ‘Insumisos’ (Galaxia Gutenberg), una galería de retratos de personajes históricos que supieron oponerse al poder, de Boris Pasternak a Edward Snowden, pasando por la etnóloga francesa Germaine Tillion, figura de la resistencia contra los nazis, con quien intimó poco antes de su muerte.
Los principales rasgos de sus pensamientos quedaron arraigados en sus libros y en algunas entrevistas. En una de ellas, para el periódico El Mundo, Todorov declaró: ‘Quizá sea un ingenuo, pero no creo que nada de lo que sufrimos hoy sea irreversible. Me niego a creer en una fuerza sobrenatural que nos impone cosas que no se puedan cambiar. Esto es un asunto humano. Y los cambios vendrán de nosotros’. Al ingresar el lector en sus textos descubre la ‘imprecisión del optimismo’; es decir, la ‘trinchera de la esperanza’, según sus palabras.