¿En dónde queda Colombia?”, averiguó Antonio Lema Chico, cuando le preguntaron si le gustaría ir a esa nación. Ese episodio que cambió su vida ocurrió hace 64 años, cuando Lema ingresó sin saber a la Embajada de Colombia, en Quito, para vender casimires.
Lema llegó por primera vez a Colombia en 1948. A este artesano y a Antonio Quinche, los dos oriundos de la comunidad de Quinchuquí, se les considera como los pioneros en abrir mercado al comercio de artesanías imbabureñas en el país andino. De eso da cuenta el testimonio de Lema, que está en el documental ‘Mindalae’, que se proyectó en Otavalo y Quito, recientemente.
Antes del estreno, Apak presentó el primer corte de Mindalae en las comunidades. Para Samia Maldonado, directora del documental, la retroalimentación fue vital para pulir la información. “La gente hizo sugerencias y apoyó con más información”.
Antonio Lema viajó a Colombia con su padre, y después de varias peripecias por el largo viaje se establecieron en Bogotá. A la capital colombiana llevaron un telar de madera, como parte de la estrategia de venta. “Nos instalamos en la plaza para que vieran cómo hacíamos las bufandas, viéndonos tejer nos compraron todo”, cuenta el ahora anciano artesano.
Al poco tiempo adquirieron un telar mecánico, entonces empezó el éxodo de familiares y amigos… De todo esto habla ‘Mindalae’, una realización de la Asociación de Productores Audiovisuales Kicwhas (Apak). En 75 minutos, el filme recoge la historia de los herederos de la élite mindalae, especialistas desde la antigüedad en el arte del intercambio comercial.
Maldonado dice que el documental, grabado en formato de cine (16/9), es una construcción comunitaria para recuperar la memoria de artesanos, comerciantes y músicos, que llegaron a diferentes países. “Se sabe que los otavaleños están en todo el mundo, pero no se conoce desde cuándo y cómo nació ese trabajo”. El filme no tiene un orden cronológico, pero recoge tres períodos que van desde inicios del siglo XX, que es desde cuando se tienen noticias de sus primeros desplazamientos, hasta el 2010.
A los siete integrantes de Apak les tomó ochos meses la investigación de campo. La producción del documental se hizo paralela al levantamiento de la información. Apak acumuló 130 horas de grabación y material fotográfico de archivos familiares. Pero también consiguieron recortes de revistas y periódicos que narran las historias de los otavaleños viajeros.
Según Narcizo Conejo, asistente de investigación, el área de estudio se centró en las comuni-dades de Peguche, Quinchuquí, Agato y La Compañía, de donde surge la mayoría de mindalaes.
Detalles del filme
El equipo lo conforman Samia Maldonado, directora; Gina Maldonado, investigadora; Narcizo Conejo, asistente de investigación; Luis Maldonado, camarógrafo; Edison Muenal, diseñador; y Melania Carvajal, asistente de producción.
Apak trabaja en la difusión de las manifestaciones culturales del pueblo kichwa Otavalo. Empezó con el programa de televisión Bajo un mismo sol.
El documental costó de USD 100 000 y contó con apoyo de la Unesco la Senami, entre otros.