Michel Houellebecq se halla en su mapa

Michel  Houellebecq

Michel Houellebecq

Lo recibí en Navidad, pero lo dejé como un tomo más en la pila de libros sobre el escritorio. Hace dos semanas lo retomé: ‘El mapa y el territorio’, de Michel Houellebecq. Llegué a este autor francés con ‘Las partículas elementales’, luego con ‘Plataforma’, ‘Lanzarote’ también pasó por mis manos ; desde entonces solo este libro, el mismo que en el 2010 se adjudicó tras la opinión de algunos doctos de las letras y del mercado editorial, el Premio Goncourt.

Esta vez Houellebecq se centra en el arte contemporáneo para atizar sus visiones sobre la sociedad actual. El personaje de su novela es Jed Martin un fotógrafo y pintor que logra suerte con las fotografías que toma de los mapas de la guías Michelin; una década después reaparecerá, en cambio, con una serie pictórica sobre los oficios de la gente. Olga será parte de los dos momentos en una relación que tiene más de casualidad que de amor. El padre de Jed, además de ser un arquitecto retirado, es un mero encuentro para la cena de Navidad.

Con esas bases, Houellebecq hace de su historia un ensayo clandestino para tratar las artes visuales, desde el concepto de representación (o representación de la representación), el mundillo de los artistas (y el trato de ‘personalidades’) y el mercado del arte (en de una lógica capitalista).

‘El mapa y el territorio’ se adentra en una dinámica social, donde la representación tiene mayor trascendencia que lo real. Por ello, en la propuesta de la novela, la fotografía del mapa es el éxito del artista, siendo el mapa alusión de un territorio real. O sea, la sociedad se prefiere en su ficción.

En esta novela, Houellebecq es también personaje de la historia (atrevimiento aún queda en ello). Houellebecq es parte de ese juego de personalidades que invade su libro. El autor ingresa como una mención, pero luego se arroga complicidad y finalmente protagonismo, en especial tras el giro que da la trama con el thriller de la tercera parte de ‘El mapa y el territorio’. Un giro que puede leerse como pompa efectista, pero que guarda coherencia con el cinismo del autor para interferir en las escalas de la ficción.

El francés se presenta como lo podríamos imaginar o como se lo ha querido mostrar, es el escritor misántropo, rodeado de cigarrillos, vinos y series animadas. Cuando el autor se escribe a sí mismo, se puede hablar de ego o de divertimento; pero optó por alinear la presencia del ser real dentro del razonamiento sobre las representaciones que atraviesa a la novela. Es decir, Houellebecq autor y Houellebecq personaje son también el territorio y el mapa. El escritor Michel Houellebecq se halla en el simulacro.

Los relatos de este autor no pueden ser solamente acontecimiento, tras acontecimiento; por tratarse de él, caben críticas al comportamiento de la sociedad actual, a las manías, los vicios y los extremos hacia los que gira el mundo y sus habitantes. ‘El mapa y el territorio’ es también un acercamiento al desbarajuste de Occidente.

Pero, él escribe de tal modo que sus percepciones, disquisiciones y críticas se hilvanan con la narrativa propuesta. En el arte que Jed pinta también hay críticas al modelo social, una metáfora del capitalismo se halla en el cuadro que el personaje titula ‘Steve Jobs y Bill Gates conversando sobre el futuro de la informática’.

Los personajes viven aislados o en medio de relaciones crudas; pero son ellos los que entablan discusiones sobre los procesos artesanales frente a las dinámicas del mercado, los que buscan un refugio rural antes que la urbe y la industria; los que buscan escapar del presente, ralentizando el ritmo de su vida, evadiendo compromisos, queriendo ser a través de su representación.

La lectura de ‘El mapa y el territorio’ es afable, en instantes se pausa y requiere de mayor compromiso para hundirse en las perspectivas sobre el mundo, que Houellebecq construye desde su óptica particular, decadente si se quiere. Además, el autor incluye en su escritura fragmentos de las guías Michelin y de la Wikipedia (como apunta en una inusual nota de agradecimiento al final del libro); algo que puede comprenderse desde la intertextualidad. Un pastiche del que Houellebecq es también un retazo.

HOJA DE VIDA

Michel Houellebecq

Nació  en Reunion, Francia. Según su acta de nacimiento en 1956, aunque el diga que fue en 1958. El apellido con lo que se lo conoce, lo tomó de su abuela comunista con quien vivió su infancia. Estudió Agronomía, pero su vida la dedicó a la literatura. Es el escritor francés vivo  más reconocido del momento, por su obra y su polémica.     

Sus novelas  anteriores fueron ‘Ampliación del campo de batalla’, ‘Las partículas elementales’, ‘Plataforma’, ‘La posibilidad de una isla’.

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