Mandalas del Oriente Medio se dibujan en Guayaquil

Una vez por semana. 12 talleristas se reúnen  las mañanas de los martes para dibujar y pintar mandalas en una casa de  Samborondón..

Una vez por semana. 12 talleristas se reúnen las mañanas de los martes para dibujar y pintar mandalas en una casa de Samborondón..

El sol es un gran mandala. De eso está segura Ana María Gilbert, directora del taller artístico ‘Mandalas del Ático’. “Ese astro es nuestra principal fuente de energía”, añade esta mujer, de 58 años, quien ha estudiado reiky (sanación por imposición de manos), astrología y yoga cristiano.

El término mandala proviene del sánscrito (lengua clásica de la India) y significa, según el hinduismo y el budismo, el “círculo sagrado”. Según Gilbert, se pueden encontrar mandalas en una naranja partida, en un girasol, en la rueda de un coche, en una manzana, en ciertos vitrales de iglesias y hasta en relojes.

Los talleres para dibujar y pintar mandalas se realizan en la casa de Gilbert. Su hogar está ubicado en una urbanización privada de la vía a Samborondón. Ha enseñado esta técnica a niños desde los 3 años de edad. Por el momento, solo da clases a mujeres adultas, todos los martes, desde las 10:30 hasta las 13:30. Dibujar y pintar mandalas representa una terapia de relajación para las más de 12 integrantes del taller.

“Cuando tú pintas mandalas, también pintas tu alma de colores”, dice Pacífica Valdez, parte del grupo. Valdez también es profesora de yoga cristiano en la Asociación Escuela de Autorrealización (AEA), ubicada en el Km 3.5 de la Vía a Samborondón. Y prefiere no revelar su edad.

El proceso para elaborar un mandala tarda según su grado de complejidad. Con un compás, se traza un círculo. El siguiente paso es darle vida al interior de la circunferencia. El artista es libre para dibujar, dentro de esta suerte de sol o pecera que se forma, lo que le plazca. Desde animales hasta el negro y blanco del ying yang o, si prefiere, unas cuantas flores. Se procura mantener la forma mandálica en todo lo que se hace, es decir, redonda.

“Yo era una persona que tenía muchos problemas con el estómago. Dibujar mandalas me ha ayudado a superarlos”, cuenta Patricia Aguirre, psicóloga de 58 años, quien también forma parte del taller del ático.

A pesar que las mandalas están ligadas a creencias religiosas orientales, todas las integrantes del taller aseguran ser católicas. Acaban de realizar una exposición en la Sala de Artes Temporales del Museo Municipal de Guayaquil. La muestra estuvo abierta hasta el sábado. Las talleristas dicen que el objetivo fue difundir esta práctica poco ejecutada en Guayaquil pero muy común, hace más de 5000 años, en templos y monasterios de la India.

“El mandala te ayuda a la concentración interior. Yo siempre estoy en una constante búsqueda del desarrollo del espíritu”, narra Susana Veintimilla, de 60 años, y otra de las talleristas.

Gilbert asegura que incluso “las fogatas son mandalas de fuego”. El siguiente módulo del taller, que será los jueves en el mismo horario, se lo denominará‘La sanación a través de los chacras y los mandalas’. Está dirigido para el mismo grupo de mujeres que aprendieron a dibujar y pintar estas figuras geométricas supuestamente sagradas.

“A mi edad, uno se llena de temores. Al dibujar mandalas, desaparecen mis miedos, me distraigo”, cuenta Martha Moreno, con 80 años, la mayor del grupo.

En el fenómeno denominado ‘La Súper Luna” del pasado 5 de mayo, en el que este satélite blanco pudo ser observado un 14% más grande y un 30% más brillante, las talleristas recayeron en un detalle. “Se pudo ver clarito las capas aúreas de la luna”, recuerda Gilbert. “Y dentro estaba el mandala, ¡yo lo vi!”, se emociona con el descubrimiento Valdez. Al instante, Veintimilla estira su índice para mostrar otro mandala: la pupila de su ojo.

A pesar de solo reunirse una vez por semana, todas dibujan y pintan de manera independiente todos los días en sus hogares. Emplean lápices de colores, papeles, compases, reglas. Algunas de las obras, que constan en la muestra, las realizaron con acrílico.

“Esta exposición ha provocado una radiación de luz en Guayaquil”, sentencia Veintimilla con mucha fe mientras pinta un paisaje que habita de un círculo. Lo realiza de esa manera “para buscar la interiorización de su alma”.

USO  TERAPÉUTICO

Hace 5000 años  se dibujaban mandalas en el Oriente Medio. Se pensaba   que al hacerlo se disminuía  el estrés, la fatiga y se aumentaba  la creatividad.

Algunos psicólogos contemporáneos  continúan recomendando dibujar mandalas . Lo envían como parte de los tratamientos para sus pacientes.

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