En el Bajo de Pechiche, un poblado ubicado 10 minutos a espaldas del cerro de Montecristi, quedan las huellas de don Eloy Alfaro Delgado, el Viejo Luchador.Una vía asfaltada que serpentea la planicie comunica hacia el centro del lugar. Desde el campanario de la iglesia se puede divisar la gran sabana plagada de vegetación de bosque seco tropical. Allí, hace un siglo fue el reducto de Alfaro y sus montoneros.
El sábado pasado se recordó la Revolución Liberal (5 de junio de 1895). Actos políticos y culturales se realizaron en Montecristi, ícono de Alfaro.
El sitio es muy colorido y su población, que se dispersa entre zaguanes y calles lastradas, se dedica a la fabricación de ladrillos, artesanías en tagua y paja toquilla. Sesenta metros hacia el sur está la ferretería de los Anchundia. Una casa de dos pisos fue el hogar de Cirilo Anchundia Alfaro. Él fue el último descendiente directo de Eloy Alfaro en Manabí.
Su esposa, Esmeralda de Anchundia, entra en melancolía cuando recuerda a su amado. “Hasta que se acordaron, después que se murió -hace cinco años- nadie viene a saber cómo están los familiares de Cirilo”.
Anchundia, acompañada de sus hijos Héctor y Mercedes, conversa con mucha soltura. “Con relación a mi padre se dicen muchas cosas: unos afirman que fue hijo de Eloy Alfaro y otros que fue sobrino, pero en la partida de nacimiento consta el nombre de Eloy como su progenitor”, dice Héctor y sigue: “todos están de acuerdo con que perteneció a la tercera generación de los Alfaro. Fue pobre toda la vida y que su rostro era muy similar al líder de la Revolución Liberal”.
La sabana de Los Bajos que agrupa a ocho poblados fue clave en la luchas liberales en el siglo XIX de las cuales Eloy Alfaro fue su líder y cabecilla. Héctor cuenta que a la zona de Toalla llegaban a entrenarse los montoneros. Afinaban la puntería, hacían ejercicios físicos y definían sus estrategias de batalla. Así dice que lo relató en vida su padre.
Los revolucionarios escogieron la zona también como reducto para esconderse.
Allí, según datos históricos recopilados por Héctor Anchundia, Carmen Ramos, hija de una de las familias de Los Bajos, concibió a una niña con el general Alfaro. Su nombre, Targelia Alfaro Ramos, madre de Cirilo.
En la zona urbana de Montecristi que alcanzó mayor connotación nacional después de la construcción del Centro Cívico Ciudad Alfaro al pie del cerro tutelar, el movimiento en esta época del año es vertiginoso. Los turistas de la Sierra empiezan a llegar en gran número y son partícipes de la variada agenda que se desarrolla desde el miércoles en la urbe y Ciudad Alfaro.
Héctor dice, con mucho pesar, que no han sido invitados a esos actos, pero en calidad de ciudadanos montecristenses asistirán como oyentes. La historiadora Tatiana Hidrovo cree que la identidad manabita ahora es joven y se fue articulando durante el siglo XIX. Alfaro se convierte en ese elemento básico y referencial de la identidad.
La historiadora explica que al estar esta provincia fuera de las áreas del poder político, existió la necesidad que desde otro sector del país que no fueran los sitios nucleares de la incidencia política, emergieran las voces de protesta, “allí aparece Alfaro”.
Otro elemento histórico donde está latente la huella de Alfaro es en el parque central de Montecristi. En la loma de mediana pendiente -al pie del cerro- fue construida la basílica en honor a la Virgen de Monserrate.
Junto al templo fue elaborado un mural por el artista plástico Ivo Uquillas. La figura del Viejo Luchador en medio cuerpo parece mirar hacia el cerro. “Me impresionó. Es reconfortante estar en la tierra del personaje que cambió una buena parte de la historia del Ecuador, reflexiona Mónica Freire, una turista quiteña que llegó a la zona.
En las calles 9 de julio, Rocafuerte y 10 de Agosto yacen 45 establecimientos de artesanías. En la otrora escuela de Niñas Eloy Alfaro, están 18 artesanos. “Se hace lo que se puede para sobrevivir. Los turistas empezaron a llegar, será hasta septiembre, la economía mejora”, dice Pedro Anchundia, vendedor de artesanías en tagua.
En Ciudad Alfaro, la afluencia de visitantes es continua. Es uno de los sitios más visitados de Manabí. Hasta 2 000 personas, en una semana, han llegado al museo mausoleo donde están las cenizas del Viejo Luchador, refiere Wellintong Mero, guía del sitio.