La presencia del Ecuador como invitado de honor en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que en general fue aplaudida, dejó la duda del posible uso político de un espacio eminentemente cultural.
Juan David Correa, por ejemplo, desaprueba que “los actos culturales se vuelvan actos de Estado. Yo preferiría que sean actividades académicas”. El periodista, escritor y crítico literario colombiano, que mantiene una columna en el diario El Espectador, sostiene que “de alguna manera, hay que despolitizar las ferias”.
En referencia a la presentación de libros en la FILB por parte de ministros y funcionarios públicos ecuatorianos, Correa se muestra más cuestionador. “Lo público debería guardar las distancias con lo cultural. Los políticos tienen todo el derecho de escribir, pero en las ferias no deben promocionar sus libros, sino a su país”. Y agrega: “La cultura debe ser independiente, contestaria y a veces crítica con la situación política”.
En la feria bogotana, la tercera más importante de Latinoamérica después de las de Guadalajara y de Buenos Aires, funcionarios ecuatorianos ofertaron sus libros. A la cabeza estuvo el presidente Rafael Correa, quien presentó la segunda edición de ‘Ecuador: de Banana Republic a la No República’, una visión particular de la economía. En la lista de los lanzamientos de obras también estuvieron Érika Sylva, responsable de la cartera de Cultura, así como María Fernanda Espinosa, ministra coordinadora de Patrimonio, y Javier Ponce, titular de Defensa.
Raúl Vallejo, embajador en Bogotá presentó‘Ecuador en Feria’ y ‘Ópera prima y otros corazones’. Y se sumó también la novela ‘Si tú mueres primero’, de la oficialista Aminta Buenaño.
Roberto Rubianes, en cambio, prefiere matizar el tema. Señala que es común la presencia de funcionarios públicos en las delegaciones oficiales que participan en ferias como la de Bogotá. El escritor y crítico literario colombiano dice que identifica como autores a Ponce y Vallejo. “No los identifico como Ministro de Defensa ni como Embajador. A Ponce lo considero un gran poeta y excelente periodista y me parece raro que esté metido en la actividad pública, pero sus razones tendrá”.
La librería del pabellón de Ecuador en la FILB constituyó una suerte de primer termómetro de la aceptación de los 10 000 ejemplares que trajeron 43 casas editoriales del país a Bogotá, entre los que se cuentan los escritos por los ministros y funcionarios.
Hasta el domingo 15 se ofertaron 2 749, según los datos proporcionados por Luis Heredia, director ejecutivo de la Cámara Ecuatoriana del Libro. El jueves 12 fue el día de mayor venta, con 462.
Como elemento de referencia, México, el invitado de honor en la FILB del 2009, vendió unos centenares de volúmenes más que Ecuador en la edición de este año. Así lo recuerda Enrique González, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro.
Hasta la tarde del lunes 16, se habían vendido 180 de los 300 ejemplares del libro del presidente Correa, que se tenían en existencia, según Harvey Rojas, responsable de las cajas del establecimiento. 90 más se habían negociado en el estand de la editorial Random House Mondadori, reveló Alberto Ramírez, director editorial. El precio de cada libro: 38 000 pesos (USD 21).
¿Los libros ecuatorianos más solicitados después del de Correa? ‘Ópera prima y otros corazones’, de Vallejo, con 69 pedidos; ‘La aventura amorosa y otros personajes’, de Abdón Ubidia, con 39, y ‘Adivina adivinador’, de Leonor Bravo, con 25.
En sitios visibles del pabellón nacional se ofertaron ‘El gran hermano’, de Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, y ‘¡Nunca mordaza!’, de Carlos Vera.
Pero la comercialización de los títulos ecuatorianos se ubica por debajo de ‘Apocalipsis’ y ‘El ruido de las cosas al caer’, de los autores colombianos Mario Mendoza y Juan Gabriel Vásquez, los libros más vendidos en la FILB. El segundo ganó este año el Premio Alfaguara de Novela. En cada caso se negociaron 1 500 ejemplares.
Al margen de los cuestionamientos, la ministra Sylva tiene su propia lectura de la presencia nacional en la FILB. “Ecuador ha dejado una huella en Bogotá. Hemos traído lo que es nuestro país. Cientos de miles de personas llegaron a nuestro pabellón. La cultura ha sido un vehículo en esta coyuntura del restablecimiento de las relaciones con Colombia”.
La participación ecuatoriana demandó un egreso de USD 1 000 000, según los datos del propio Ministerio; e incluyó el arribo de una nutrida delegación de 247 personas, entre escritores, guías turísticos, danzantes, titiriteros, músicos, etc.
González pondera un dato: el pabellón del Ecuador, un escaparate de 3 000 m2 de las letras, la cultura, las artesanías, el turismo y la gastronomía del país, así como de la iniciativa Yasuní-ITT, fue el más visitado por las 405 000 personas que llegaron al recinto de Corferias a lo largo de los 13 días de la exposición.
El crítico Juan Gustavo Cobo coincide con González en que la Feria permitió a los lectores colombianos descubrir a otros autores, “por fuera de Pablo Palacio, Jorge Carrera Andrade, César Dávila Andrade”.