Ayer, la medida que complicaba la importación privada de libros a la Argentina -en vigencia por pocos días- fue depuesta por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Tras una avalancha de críticas, tanto dentro como fuera del país, quedó sin efecto este control.
El lunes 26, el literatos, académicos y científicos agrupados en Plataforma 2012 dejaron oír su voz de protesta con un comunicado. Entre ellos estaba el sociólogo e investigador argentino Pablo Alabarces, quien analiza esta pretendida restricción.
El Gobierno argentino ya dio marcha atrás en lo relacionado al decreto que complicaba la compra individual de libros por correo, sin embargo, ¿qué se puede concluir de que siquiera se haya pensado en esa medida?
Evidentemente fue una decisión mal tomada. Fue hecha sin medir las repercusiones. Me llamó la atención que en la cobertura mediática de la noticia aparecía también que la aduana podía requisar los libros que trajeran compradores individuales.
¿Algo así le ocurrió a usted?
No me los requisaron, pero sí me revisaron. Es la primera vez en mi vida que me pasa. Cuando viajo traigo muchos libros; y estos libros eran de un envío de Amazon que no me llegaba. Entonces hice que me los mandaran a un hotel porque iba a viajar a EE .UU.
¿Hubo alguna razón para que no le llegaran los libros?
Nunca voy a encontrar una explicación. Existe la posibilidad de que hayan sido demorados después de que apareció la medida. A mi mujer sí le llegaron sus libros, lo que convertía esto en una medida más azarosa. Eso es una de las peores cosas que podrían ocurrir con este tipo de medidas.
Se decía que era por el plomo en la tinta de los libros…
Incluso decían que te podían requisar para ser enviados al laboratorio y la medida incluía que a la compra individual por ‘courier’ había que añadirle una tasa por el análisis químico, que cuesta unos USD 60. Volvía las cosas francamente ridículas.
Y lo hacen con los libros, cuando no hay una política ambiental general clara…
Exacto. El reclamo que hicimos con el grupo de Plataforma insistía en esa contradicción. Uno de nuestros posicionamientos más críticos fue por la megaminería en donde el punto central era el descuido de lo ambiental. Por un lado el Gobierno no cuida a sus poblaciones cordilleranas, pero sí la salud de los lectores de clase media. Es ridículo. Nadie podría creer el argumento.
¿Por qué no era creíble?
El presidente de la Cámara de Libro esgrimía un argumento que es francamente risible: que si uno mojaba con saliva su dedo índice para dar vuelta a la hoja, podía envenenarse.
¡‘El nombre de la rosa’!
Exactamente. Había leído demasiado mal el libro. En esta propuesta no estuvo solo el Gobierno. Quedaba clarísimo que hubo una defensa del interés corporativo, además de la necesidad de disminuir la salida de divisas. Las políticas proteccionistas para controlar el mercado de cambio tienen su legitimidad; el punto es por dónde se trataba de ejecutar: en algo que significa una nimiedad dentro del total del comercio exterior argentino.
¿Qué se hace en Argentina con el libro extranjero?
Hay un mercado muy pequeño, académico-científico o pequeños grupos que consumen literatura extranjera. Yo compro muchos libros en el extranjero estrictamente por asuntos profesionales. Y cuando hablo de mucho estoy diciendo ¿1 000 dólares por año? Multiplica esto por la comunidad científica de Argentina. ¿De cuanto hablamos? ¿Un millón de dólares? Es francamente ridículo.
¿Hay algún efecto simbólico en la medida?
El gran error que comete el gobierno es que no se da cuenta de que está apuntando sobre un mercado muy pequeño que no incide económicamente, pero sí simbólicamente. Esto generó una repercusión mucho mayor a la que podría tener la importación de un Jaguar o de zapatos. Hubo dos grandes respuestas. La primera tuvo que ver con que se trataba de una prohibición de libros, circulación de ideas, libertad de expresión y eso es una exageración. Cuando me revisaron en el aeropuerto no me objetaron que yo tenga un libro de David Harvey sobre Marx. En ese sentido no hay censura. Lo que objetaron fue que libro era importado. Hay gente que dice que lo que quiere el Gobierno es un pueblo ignorante, pero no va por ahí, eso no es verdad. Los que consumimos esto no somos mayoría, no es algo que afecta a las masas sino a una élite.
Este Gobierno asegura que impulsa la investigación y el conocimiento…
Por eso fue atinado que Plataforma 2012 pidiese que hablen los ministros de Ciencia y Tecnología, de Educación y el director de la Biblioteca Nacional.
HOJA DE VIDA
Pablo Alabarces
Su experiencia. Es sociólogo e investigador argentino. Forma parte de los intelectuales y académicos del grupo Plataforma 2012.
Su punto de vista. El Gobierno se equivocó porque topó un ámbito simbólico.