Brillante artista pictórico, pero también escultor, músico, matemático, ingeniero, arquitecto y sobre todo científico e inventor. El aura de misterio que recae sobre Leonardo da Vinci (Vinci, 1452 – Cloux,1519 ) alimenta la imagen del genio superdotado, solitario e incomprendido.
La exposición ‘Da Vinci El Genio’ – que se exhibe estos días en la Fundación Canal de Madrid- da cuenta de las variadas facetas del artista renacentista. Así, se exhiben 40 originales y reproducciones de la Biblioteca de Leonardo -como cariñosamente se le llama en la muestra-, entre ellos manuscritos e incunables. Allí están las 6 000 páginas de códices, en los cuales detalló sus observaciones y hallazgos técnicos y científicos. Además, 60 réplicas de artefactos ideados por él y construidas por artesanos italianos.
En esta área es donde más se puede apreciar al genio inventor. Máquinas hidráulicas, creaciones en ingeniería militar, aparatos para volar -400 años antes de que el ser humano llegara a los cielos-, nuevos instrumentos musicales… acercan al espectador hacia un Leonardo poco conocido. Este hombre fue capaz de crear la obra maestra por excelencia de la pintura universal -la Mona Lisa- pero también armas que traerían muerte y destrucción. Fue el inventor del tanque de guerra y del submarino para la destrucción de barcos e ideó nuevos sistemas de cañones, catapultas y carros blindados. Sentó las bases de las actuales metralletas y diseñó un carro armado con guadaña que iba despedazando a los enemigos en combate.
Su fascinación por el comportamiento del agua le llevó a idear proyectos para encauzar ríos y drenar llanuras inundadas. Fue un magnífico ingeniero hidráulico. Y a él se atribuye la primera escafandra de buceo -con un complejo sistema de oxígeno-, el origen del submarino y el salvavidas de hoy en día. También fue creación suya el barco propulsado por paletas, etc.
Sus inventos son palpables también en ámbitos más domésticos. A Da Vinci nos remite el origen de los taladros, las excavadoras y las máquinas textiles, así como el primer antecedente del automóvil: el carro autopropulsado. En algunos de sus apuntes -el inventor lo escribía y guardaba todo- los investigadores han hallado errores intencionados; muchas veces omitía componentes claves de sus máquinas. Lo hizo -se cree- para proteger la autoría de las mismas en el caso de que sus anotaciones llegaran a malas manos. Además, escribía de derecha a izquierda lo que hacía que sus apuntes solo se pudieran leer reflejados en un espejo.
Parte importante de la exhibición es la dedicada a los aparatos para volar. El ‘padre del vuelo’ fue el primero en transpolar el sueño de volar a una intensa búsqueda científica.
Leonardo creía poder adaptar el sistema de vuelo de las aves a aparatos portados por las personas, pero falló. Aún así diseñó un paracaídas, cuyo exitoso funcionamiento ha sido probado y en sus apuntes figuran bosquejos de planeadores, aeroplanos, helicópteros tal como los vemos hoy en día. Los aparatos se exhiben en la muestra y varios pueden ser manipulados por el público.
Los logros del anatomista
Otra faceta del genio es la investigación de la anatomía. Diseccionó cadáveres -una práctica tabú en la época. Le llamaban la atención las proporciones y el funcionamiento de músculos y tendones. Centenares de dibujos dan fe de esta insaciable búsqueda. Da Vinci fue el primero en graficar la postura fetal en el útero.
Su obra maestra sobre la anatomía humana es el Hombre de Vitruvio. Con base en los postulados del arquitecto romano Marco Vitruvio en el siglo I a.C. Leonardo plasmó las proporciones humanas en la ilustración más famosa de la Historia. En ella se destaca la simetría del cuerpo aplicando proporciones matemáticas.