Karina Sánchez: ‘La gente volvió a la naturaleza y a los libros’

Comenzó su vida de librera en Librimundi, donde trabajó dos años y medio. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Si se pudiera, si hubiera el dinero suficiente, uno iría todas las semanas a la librería Tolstói. No es un local ni está en un centro comercial. Es en realidad una pequeña suite en la planta baja de un condominio. Ahí ya cambia todo: tiene el ambiente acogedor de un hogar con una buena biblioteca. Y su propietaria, Karina Sánchez, destila ‘buena onda’. Quizá por eso, muchos dicen que es su librera favorita en Quito.
¿Cómo se lleva con eso de ser la librera favorita de muchos?
Me da mucha alegría. Y también es fruto de un trabajo de muchos años de conseguir los libros que me piden.
Ahí está el detalle: le piden libros. No es de esas librerías con grandes existencias…
Desde el inicio comencé a trabajar así y me di cuenta que funcionaba. La mitad de los volúmenes que traigo ya está vendida, pero también tengo novedades para la gente que viene a ver sus pedidos. Hojean un poco y algunos se los llevan.
¿Fue difícil conseguir esos lectores por encargo?
Creo que hay un nicho de mercado importante que busca libros que no son fáciles de conseguir. Un buen lector quiere algo muy específico. Al principio me dejaba guiar un poco por mis gustos. Me decía: voy a traer los que me gustan leer, tal vez haya otras personas con los mismos intereses. Poco a poco, empecé a traer bajo pedido y funcionaron el boca a boca y el Facebook. Fue un proceso de años para que la gente me conociera y ahora me hace pedidos cada mes, que tiene un presupuesto para libros.
Hubo un tiempo en que parecía que se perdió la figura del librero, cuando su relación con el lector es algo fascinante…
La relación con los lectores que empiezan a venir frecuentemente es una de las partes que más disfruto de la librería. Al principio uno empieza hablando de libros, de autores, pero luego ya son relaciones más cercanas, incluso puedo decir que de amistad. Con algunas personas esa relación se da instantáneamente; es gente muy abierta para hablar y surge la conversación. Con otras se demoran meses, y hay aquellos que son muy concretos: vienen por su libro y se van.
¿Nunca tuvo dudas o quiso cerrar la librería? Creo que alguna vez lo dijo en redes…
No lo he anunciado, pero a veces he sentido cierto cansancio. Creo que antes de la pandemia llegué a un punto en que trabajaba mucho. Ahora lo hago algunos días en mi casa y me acostumbré a tener más tiempo para mí. Me gustó eso porque a veces la gente piensa que tal vez toda mi vida gira en torno a la librería. Tal vez se romantiza mucho el tener una librería. Yo empecé esto muy románticamente; con el paso del tiempo, no me queda mucho de ese romanticismo.
¿Por qué?
Porque te vas llenando de trabajo que no tiene nada que ver con el mundo del libro. Hace algunos días vi una serie de Netflix sobre comida callejera. El padre de un cocinero peruano tenía un gran restaurante. Cuando regresó de un PhD que hizo en Inglaterra, lavó los platos en ese restaurante. Cuando murió su padre, cerró el restaurante, y se puso un lugar muy pequeño, casi como de comida callejera. Dice que se va a cansar y querrá algo más chico, para tres o cuatro personas. Llega un punto, cuando las cosas crecen demasiado, en que ya no haces un trabajo de librero. Siento que hago mucho trabajo de oficina y leo menos. Con la pandemia, sentí que descansé un poco, tengo más tiempo para mí y para leer. Yo creo que no podría tener una librería grande.
Hay un brote de libreros independientes, que va de la mano con las editoriales independientes.
Me parece que es un buen síntoma para la ciudad. Hay nuevas librerías y también libreros virtuales. Es muy saludable. Significa que hay demanda.
Entonces, no es tan cierto que el ecuatoriano no lee, que es algo de lo que siempre nos quejamos.
Sí. Hay un mercado definitivamente y que ha ido creciendo. Sí, decimos que los ecuatorianos no leemos, pero sí hay un buen segmento de la población que lee. Tal vez no es algo de masas. Si nos comparamos con Perú o Colombia, obvio el porcentaje es menor, pero es un mercado que crece.
Además, usted fomentó un club de lectura para el ‘Ulises’, de Joyce, y ‘Guerra y Paz’, de Tolstói…
Es algo que me encanta y lo empecé hace cuatro años. Se llama ‘El club de los libros imposibles’, que son de esos que uno no se anima a leerlos sola, porque son muy largos o tienen fama de complicados.
Nada como el ‘Ulises’ para eso…
Fue una experiencia increíble. Es uno de mis libros favoritos. Y no fue tan difícil. Creo que uno se alimenta de las interpretaciones del grupo. Tal vez alguien no se dio cuenta de una parte del texto porque cada uno tiene una lectura diferente.
Ante la avalancha del libro electrónico, usted ha dicho que el de papel está recuperando su lugar
Sí. Los tres primeros meses de la pandemia fueron difíciles, pero la librería se recuperó muy pronto. Hace poco hablé con otro librero y me dijo que los meses finales del año pasado hubo un récord en ventas. Y a mí me ocurrió lo mismo.
¿Qué tuvo la pandemia para que la gente se volcara al papel?
Creo que se debe en mucho a que uno pasa demasiado tiempo conectado a la pantalla, al celular por el trabajo. Es como que uno descansa con un libro. Así como se volcaron a la naturaleza, también se volcaron al libro.
¿Y con los ladrones de libros? Otra librera, cuando se da cuenta de eso, sube cosas durísimas en sus redes…
Sí. Los roban. Tampoco los quiero.
Pero, ¿los ubica?
No. A veces he tenido ciertas sospechas, pero no puedo poner cámaras porque no quiero tener el trabajo de verlas. Y es gente que sí puede pagar. No sé por qué lo hacen.
¿Qué quiso decir con el libro ‘Los senos maravillosos’
Tuve cáncer. No quise someterme pronto a una operación. Pasé como unos tres años de crisis. Finalmente decidí operarme a los 36. No escribo profesionalmente, pero tengo siempre mis cuadernitos. Leía cosas sobre los senos. Al final tenía un material que no era tan grande, pero sentí esa necesidad de armar el libro.
Debe ser duro compartirlo…
Al principio uno lo tiene reservado porque es algo medio tabú. Escuchas cáncer y piensas que seguro va a morir pronto. Mucha gente me ha escrito y que ha pasado por cosas similares y me cuentan sus historias. Me gusta esa relación cercana.
Trayectoria
Comenzó su vida de librera en Librimundi, donde trabajó dos años y medio. Hace más de 11 levantó su propia librería, Tolstói. Publicó, en 2018, el libro ‘Los senos maravillosos’, que son los apuntes que escribió sobre el cáncer que sufrió y que superó.