El fenómeno Jonas Kaufmann tiene conmocionado al mundo de la ópera. El tenor de 41 años, oriundo de Munich (Alemania), está convertido en una estrella de la que ningún teatro importante puede prescindir, es adorado por miles de fans y la crítica está a sus pies.
Curioso caso el suyo, por muchas razones: es probable que su transformación de tenor lírico-ligero a tenor dramático sea única en la historia de la ópera.
fakeFCKRemoveSus últimos grandes triunfos los vive desde diciembre del 2009, cuando abrió la temporada de la Scala de Milán en una puesta de ‘Carmen’ (Bizet) que pareció más contar la historia de Don José que la de la gitana. Y sin proponérselo, pues su actuación siempre es introvertida, más inspirada que histriónica.
En agosto pasado protagonizó ‘Lohengrin’ (Wagner) en Bayreuth, durante el Festival Wagneriano, donde su personaje logró salir invicto de una puesta en escena controvertida.
Actualmente, cuando su agenda ya está copada hasta el 2015, no hay teatro de ópera importante que no ambiciones tenerlo entre sus artistas. En el horizonte ya se adivinan Siegmund, Eneas, Otello y Tristán. Habló de eso y otros aspectos de su vida.
¿Cómo se produjo su llegada a la música?En mi casa se amaba la música clásica y también la ópera, pero ninguno era músico. Todos tocaban el piano como divertimento, pero no como trabajo. Yo cantaba siempre en la casa y también en el coro. Como a los 14 ó 15 años comencé a hacer pequeños solos, pero jamás pensando en tomar esto como una profesión. Siempre fue un bello hobby. Cuando esto comenzó a tomar otra forma mi papá me decía: “Tú eres un amante de la familia y si quieres crear una familia también necesitas un trabajo más profundo’’.
¿Tenía razón?
Sí. El riesgo en esto del canto es muy grande. Lo veo por ejemplo entre quienes han estudiado conmigo; son solo algunos los que pueden al menos sobrevivir. Hay tantos, además, que después de estudiar canto han tenido que comenzar de nuevo para obtener otra profesión.
¿Por eso comenzó estudiando matemáticas?
Claro. Mi papá trabajaba en una aseguradora y me impulsó en esta dirección. Pero no era algo para mí, todo era demasiado teórico y muy seco. Mientras estudiaba siempre mantuve mis clases de canto.
¿Cómo lleva ahora esto de que su rostro sea conocido hasta por quienes no saben nada de ópera?
Es un poco difícil, pues la gente te mira, hace comentarios y te trata de otro modo. Sobre todo en lugares donde he cantado mucho, como Zurich.
Usted partió cantando algunos papeles de Mozart y también roles como Flavio (Norma) y Cassio (Otello), y ahora lo tenemos en ‘Lohengrin’ o ‘Werther’…
Es verdad. El año 95 comencé a cambiar mi técnica completamente. Hasta entonces había cantado como un tenor muy ligero. Ni siquiera era lírico, verdaderamente ligero, ligerísimo…
¿Fue necesario descubrir que había otra voz o el cuerpo solo se lo indicó?
La voz creció y se volvió más oscura. Fue la voz la que me señaló el camino. Pero recién cuando descubrí qué hacer con el cuerpo, pude liberar esa voz. No es que yo haya querido ser un tenor con cuerpo, baritonal… Cuando comencé a cantar, siempre estaba arriba, las notas de paso no existían; tenía menos de dos octavas’ ¡Y ahora tengo tres!
¿Usted diría que tiene algún maestro?
Se llamaba Michael Rhodes, un barítono americano de Brooklyn, que estudió con Giuseppe de Luca, gran barítono italiano de los tiempos de Caruso, con una técnica espléndida. De Luca emigró durante la guerra a EE.UU. y ahí se convirtió en maestro de mi maestro.
¿Ha desarrollado algún método para abordar un personaje?Siempre es distinto. Hay personajes para los que la ópera es la única fuente de información, de manera que la atención se debe concentrar sobre el libreto y hay que leer bien lo que ahí dice para crear un personaje más creíble en lo emocional. Hay casos en que hay muchas fuentes; por ejemplo, Lohengrin, que está en tantas leyendas.
La ‘Carmen’ que abrió La Scala en el 2009 parecía más contar la historia de Don José que la de Carmen.
Sí y es así también en Merimée. Es José quien cuenta todo eso la noche antes de su ejecución. Confiesa lo que ha sucedido, por qué ocurrió y narra la historia de Carmen. Pero es su vida en verdad. También en Bizet se ve que aquello que cambia realmente es Don José. Es él quien tiene un verdadero desarrollo. Carmen es un personaje fijo.
¿De qué manera enfrenta esto de estar adquiriendo hoy contratos para dentro de cinco años o más?
Es complicado. Se debe hacer un calendario con mucha antelación. Al inicio me era muy difícil y todavía hoy no me es fácil. No se puede prever el futuro. No se sabe si la voz será todavía capaz de hacer esto o si la voz ya será capaz realmente de hacer esto otro. No se sabe si la voz va a detener su desarrollo o avanzará… Pero así es el negocio de la ópera en la actualidad.