Por un par de segundos, el sonido grave de tambores, violas, violonchelos y contrabajos hacen pensar que se ha llegado al centro de una contienda épica. De repente, aparecen los violines, con un tono que se asemeja al clamor de alguien que sufre en medio de una siniestra batalla. Si sobre las primeras sensaciones que causa escuchar la obra Reflexiones Dachau se trata, esta partitura, de Yoav Talmi, evoca en quien la escucha un sentimiento casi de desesperación, de angustia por un mal sucedido.
Para quienes quieran escuchar la pieza, esta se la puede encontrar en Youtube a través del canal culturebuzzisarel. Pero aquellos melómanos y amantes de sonidos en vivo y con gran orquestación podrán disfrutar de ésta el martes 4 de septiembre, a las 20:00, en la Casa de la Música (Valderrama y Mariana de Jesús, en Quito), como parte de la presentación de la Orquesta de Cámara de Israel, que tendrá como director al creador de la partitura.
Para conocer más de la obra, conversamos con Talmi, quien comenta que esta composición es el culmen de una carrera que empezó en Julliard (la universidad niuyorquina de artes), en los sesenta. “Más que cualquier cosa, yo quise escribir música”, dice sobre el proceso creativo de acercarse al pentagrama y lograr transmitir ese sentir algo gris y melancólico que atraviesa su creación.
De hecho, la obra, como él dice, parece haber sido ya maquinada “desde el vientre de su madre”. Nacido en abril de1943, en la época en la que el nazismo comenzaba a quebrantar su espíritu, fue también hijo de una familia acosada por el régimen alemán. Aunque estuvo alejado de toda la violencia de la época, pues la residencia de sus padres para ese año estaba en el territorio del Mandato Británico de Palestina, siente que las voces de cientos de judíos aniquilados en campos de concentración “lograban traspasar cualquier distancia, creando un puente emocional entre los que estaban seguros y los que padecían en tierra extranjera”.
Y eso justamente es lo que se percibe en la obra. A mitad de la pieza, de 16 minutos aproximadamente, todos los instrumentos se unen en un estridente eco. Una gran puesta en escena cuya meta es, como apunta el autor, “replicar cómo el horror de la guerra hacía que gritos de judíos se hagan escuchar por doquier”. Es por eso que el nombre completo de la composición es: Elegía para cuerdas, timbal y acordeón.
Luego de retratar el horror judío, el programa de concierto del martes adquiere un tono mucho más ligero, aunque no menos sorpresivo que el que expone Talmi.
Se trata de la interpretación del Concierto para piano No. 2 en Si bemol mayor de Ludwig van Beethoven. Esta obra, también forma parte de los momentos íntimos del director. Con ella, Talmi logró afianzar su amistad con el pianista Alon Goldstein, quien también acompaña en esta presentación a la agrupación.
Finalmente, Mendelssohn llevará al público a recordar el destino de los compositores judíos durante el nazismo. Aunque su fecha de muerte es muy anterior al nacimiento del régimen, durante el mismo sus creaciones fueron altamente perseguidas por los funcionarios alemanes. Efectivamente, varias de sus composiciones fueron censuradas y sometidas a quemas públicas. En Quito, la orquesta presentará la Sinfonía No. 4, ‘Italiana’, escrita entre 1830y 1831.
Así, con este programa, Talmi quiere hacer sentir al público capitalino la presencia judía en el repertorio clásico universal.
HOJA DE VIDA
Yoav Talmi
Su experiencia. Es director y compositor israelí de música clásica. Su especialidad son las obras con cuerdas.
Su punto de vista. La música puede lograr traspasar el tiempo y traer a la actualidad los momentos trágicos de la historia, permite reflexionar sobre el pasado.