Hace 70 años, un día como hoy, murió la escritora ucraniana (nacida bajo el imperio ruso y luego nacionalizada francesa) Irène Némirovsky (1903 – 1942) en un campo de concentración en Auschwitz. Su imagen ha sido recuperada y publicada por la editorial Salamandra.
Las experiencias que marcaron la vida de Némirovsky se fueron plasmando en las páginas de sus novelas, que retratan situaciones y personajes que se mantienen vivos hasta hoy.
El abandono sentimental de su madre, o el entorno burgués en el que se crió asociado a la profesión de su padre, su exilio a Francia causado por la persecución antisemita… fueron situaciones que la inspiraron para crear aquellos personajes que se debaten entre sus deseos y los deberes que tienen frente a su entorno social.
Una de las características de su obra es la humanidad de sus personajes, que Némirovsky aborda con ausencia de sentimentalismo, y que los convierte en un espejo que refleja aquellos sentimientos escondidos en lo más profundo de su cualidad de seres humanos. Ninguno de sus personajes se salva de ser desenmascarado.
La imagen de una niña solitaria marcada por el pobre instinto maternal de su progenitora dio pie a que la Némirovsky literaria buscara la venganza contra la figura materna. Novelas como ‘El baile’, ‘Jézabel’ y ‘El vino de la soledad’ son una liberación de esta niña abandonada la mayor parte de su infancia en los brazos de una aya (niñera). Asimismo, las situaciones y el entorno en el que viven sus personajes son factores determinantes que los obligan a estos seres a adaptarse. Por ejemplo, su novela ‘Los perros y los lobos’ es un retrato de una sociedad judía-burguesa entregada a la lucha por la ascensión social.
La novela ‘Suite francesa’, además de ser la última obra maestra de Némirovsky, cuenta su propia historia. El manuscrito salió a la luz años después de la muerte de su autora, que la estaba escribiendo antes de ser detenida por soldados alemanes y ser llevada a un campo de concentración, en donde terminó su vida.
Esta obra, aunque incompleta, demuestra la importante madurez y determinación con la que Némirovsky enfrenta su situación a través de su talento literario. La primera parte presenta los horrores de la guerra, la ocupación alemana de París y la huida de la ciudad de personajes de todas las clases sociales; la segunda retrata la situación de los habitantes de un pueblo francés ocupado. Es decir, contaba su propia vida.