La filiación del arte de Milton Barragán por el ser humano -sus formas, movimientos y expresiones- se encuentra en juego en la estética de cada una de sus esculturas, en madera o metal. Éstas forman parte de la muestra ‘Barragán,1968-2011’, en exposición en el Centro Cultural de la Universidad Católica del Ecuador, hasta el 26 de noviembre.
Hablando sobre su experiencia con el arte, Barragán cuenta que “el proceso creativo es algo que va acompañado por vivencias y etapas que van ligados a la vida del artista”. Es así que, a su criterio, la muestra está dispuesta según tres períodos de su vida. La primera división contiene obras en metal que van desde el año 1968 a 1988. “En esos años, tomé partido por la figura humana y la expresaba en cada contorno de mis obras, tanto de arquitectura como de escultura”, señala el artista.
Al final de esos años, el hecho de asumir la presidencia de la Casa de la Cultura lo absorbió en procesos burocráticos que, por cuatro años, le impidieron hacer esculturas. Tras esa etapa, en 1993 retoma el trabajo y entonces se dedica a la madera. Es así que denomina ‘sala de madera’ a la obras realizadas entre 1993 al 2004. “Aquí miro al ser humano de otra manera. El hecho de haber dedicado mi esfuerzo a la CCE me brinda una panorámica mucho más delicada sobre lo que es el arte y su lugar en los procesos humanos”, comenta.
A partir del 2004, y hasta la actualidad, el acero se ha convertido en el material para sus piezas. “Con este exploro lo pesado que puede ser crear (en referencia al peso que tiene el acero)”.
Es así que la obra de Barragán, estos tres períodos en los cuales enmarca sus piezas en exhibición, forman parte de un solo tema al cual el crítico Jorge Luis Gómez ha llamado ‘Escultura y humanismo’, haciendo un paréntesis entre el trabajo de Barragán con la frase de Sócrates: “Debe el escultor representar estados del alma por medio de la figura”.
Sus representaciones, sus temas escultóricos tienen muchos elementos. En primer lugar está el material, la textura, la forma. “Yo juego más que nada con el espacio. Espacio que se continúa, que se adivina, que viene y va de la obra”, dice Barragán. Sin duda, eso es lo que más atrae al espectador ya que hay una ola de espacio, de libertad, de movimiento en la obra, como es el caso de ‘Máquina de tiempo’, una gran rueda de madera que parece moverse según se acerca la mirada.
“Eso es lo hermoso de la escultura y la arquitectura. Ellas tienen tres y cuatro dimensiones en las que el espectador se mueve alrededor de la obra y, cuando esta lo permite, la atraviesa”, dice el arquitecto y escultor.
Preguntándole sobre su sello particular, Barragán comenta que “es la honestidad con el material lo que me diferencia”; y añade: “Yo dejo visible el material con todas sus características para que el espectador mire cuáles han sido los procesos creativos”.
Perpetuando lo visto en las esculturas de Barragán, cuando el visitante termina de recorrer la muestra queda impresionado con una cosa: los rasgos humanos no desaparecen; la figura del hombre sigue estando en el arte. Esto, en las palabras de Barragán, se convierte en una frase que versa: “Las personas tienen que volver al arte ya que es el único que nos reafirma como una especie”.
Sobre la muestra
Más de 90 piezas forman parte de la exposición que se encuentra en la galería principal del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. La entrada es libre.
Dentro de la muestra existen alrededor de 16 obras inéditas o no expuestas antes.
Casi 30 piezas están realizadas en gran formato. La amplitud en el uso del espacio es característico del artista.