Historias de libros, fanáticos y obsesiones

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Primera aclaración: esta no es la biblia de la literatura de culto. Segunda aclaración: no hay una sola definición de literatura de culto; ni siquiera los expertos en la materia se atreverían a hacerla, pues los campos y los criterios son vastísimos. Tercera, y última, aclaración: esta guía mínima (de bolsillo, en su espíritu mas no en su tamaño) está hecha a base de recomendaciones de grandes lectores, escritores y personas cuyas vidas giran alrededor del mundo de los libros.

Digamos, que ésta es una recomendación casera y cercana para entrar en otras lecturas, en otros mundos literarios posibles, con la certeza de que lo que encontremos ahí, nos guste o no, jamás nos dejará indiferentes.

Clasificaciones de la literatura hay tantas cuantos lectores existan. Del ‘canon’ y ‘de culto’ son definiciones escurridizas y subjetivas. Pero al hablar de culto se tiende a pensar en un libro que se lleva como un tótem o un amuleto. Aquellos textos difícilmente clasificables dentro de una tradición, pero que obsesionan.

Sin embargo, en esta literatura no es solo el condumio literario lo que atrapa, también quienes lo escriben tienen su encanto. Y muchas veces, más que su obra, son los escritores quienes se convierten en objeto de veneración. Pasa, por ejemplo, con la legión que sigue a Charles Bukowski, tratando de emular -a costa de sus hígados- la vida bohemia del célebre escritor estadounidense.

En la tarea de tratar de definir qué es la literatura de culto, encontramos a un lector voraz y acucioso: Gonzalo Maldonado Albán, quien comparte sus intuiciones acerca de qué hace que una obra entre en esta categoría. Para empezar, lo obvio: debe tener cultores; no importa si son muchos o pocos, sino que sean vehementes. Aunque a la literatura de culto se la suele asociar a lo marginal.

Un factor que suele pesar es que el autor haya muerto tempranamente, dejando una obra sólida (a veces de un solo libro). Como el colombiano Andrés Caicedo o John Kennedy Toole. También pesan los escritores de personalidad enigmática y vidas raras; en este grupo están J.D. Salinger, Baudelaire, Rimbaud, Thomas Pynchon o Cormac McCarthy. Los escritores que inventaron formas literarias son definitivamente de culto; como Laurence Sterne (que inició el ensayo novela) o Kafka (que hizo verosímil el absurdo). Los que se callaron inexplicablemente, como Rulfo o Robert Walser. Y, por supuesto, los que han sido endiosados por otros escritores: el caso de Elias Canetti que adoraba a Hermann Broch; también Enrique Vila-Matas con H. Melville.

La vastedad del tema podría llevar a múltiples caminos de carácter bizantino, por eso será prudente terminar aquí, con otra aclaración: la literatura de culto no tiene que ser críptica ni inentendible. Disfrútela.

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