Ezio Garay Arellano, historiador, investigador y genealogista.
¿Cuál es el significado de ser guayaquileño?
El guayaquileño es una persona con una característica especial en nuestro temperamento. Somos personas muy alegres, esnobistas, muy asequibles a toda corriente foránea. Somos tradicionistas hasta cierto punto, pero tomamos cosas foráneas que es lo normal dentro de la globalización.
¿Distinto al de antaño?
Como hemos sido puerto, es nuestro temperamento ser muy apegados a ciertas tradiciones propias como la comida, la música, las formas de enamorar y cosas por el estilo que todavía se conservan. Pero tenemos más tendencia a coger cosas foráneas.
¿Ha variado en su forma de ser o mantener sus raíces?
Ha variado, pero sigue manteniendo ciertas cosas. Por ejemplo el guayaquileño romántico del tiempo moderno sigue llevando sereno aunque ya no hay la costumbre de antes de ir y cantarle en el balcón. Seguimos consumiendo nuestras comidas típicas, el ceviche, el encebollado después de una noche de farra, la cerveza. Es decir, seguimos apegados a nuestras tradiciones.
¿Qué se ha perdido?
La costumbre de salir a caminar. Ahora hay otras opciones como los centros comerciales, el viaje a la playa. Antes, la gente salía en la noche a pasear en familia por la av. 9 de Octubre hasta el Malecón a coger el fresco. Era por el clima. Se hizo desde el siglo XIX hasta el siglo XX allá por los años 70. Las visitas eran luego de la merienda. Se compartía más entre familia y amigos. Se hacía la visita obligada para ir a ver a los abuelos y los tíos cosas que se han perdido. Se sale del trabajo, vamos a la casa a ver a la familia y no hay tiempo para tener ese intercambio familiar y cultural de antes donde se conversaba mucho.
¿Esa relación en familia es algo que ya no se ve?
Se ha perdido bastante porque no hay la comunicación. Ya en familia no nos vemos y solo lo hacemos cuando hay un matrimonio o fallece un familiar. A veces nos vemos a los 5 ó 10 años. Incluso, los ex compañeros de colegio nos encontrábamos muy seguido.
¿El Malecón y la av. 9 de Octubre siguen siendo sitios de encuentro?
Ahora son los centros comerciales porque cambió la forma de vida. Allí, a más de cafeterías y restaurantes donde se reúnen a comer, tienen los cines, los sitios de expendio de alimentos. Uno va a comprar y eventualmente se puede encontrar con amigos.
En relación a las clases sociales, ¿hay varios tipos de guayaquileños o es solo uno?
Es uno solo. Las clases sociales ahora se han marcado. Mi padre era artista, de familia de clase media y tenía amigos de toda clase social. Antes, todo el mundo se saludaba y se conocía con respeto. Ahora, la clase alta ya no tiene contacto ni con la clase media y peor con las populares. No había esta diferenciación tan marcada.
Las características del guayaquileño franco, abierto, emprendedor, ¿siguen o se perdieron en el tiempo?
Eso se mantiene. Si no que a veces se nos va la franqueza y decimos las cosas sin diplomacia y esto no puede simpatizar a todo el mundo. Nunca nos quedamos callados. Tenemos la buena o mala costumbre de decirlo sin hipocresías. Somos espontáneos.
Si el guayaquileño es emprendedor, ¿por qué esta es la ciudad con las tasas más altas de desempleo?
Porque han desaparecido las oportunidades de trabajo y la competitividad, en cierto tipo de negocios, ha cambiado. Ya no es fácil ser importador o comerciante como era antes por el tema de los aranceles. Además, desde la Colonia, Guayaquil era el único puerto en el país. Con la aparición de los otros tres puertos empezaron a perderse las oportunidades de plazas de trabajo, de generación de empresas en los 70. Esta es una ciudad de mucha migración. No olvidemos que muchas industrias quebraron o se fueron del país por cuestiones económicas y políticas.
¿Cómo el mundo globalizado pudo cambiar la forma de ser del guayaquileño?
Ahora nos comunicamos con todo el mundo con un clic. Antes era solo el teléfono, ahora es el celular, la Internet y todo esto nos ha recluido en nuestros propios espacios y nos ha vuelto más egoístas. Ahora compartimos menos, prácticamente no salimos. Pasamos sentados frente a un computador pero se perdieron cosas galantes o propias de la educación como contestar las cartas con una tarjeta de agradecimiento. Se perdió ese rito romántico que tenía la correspondencia.
¿La palabra pelucón identifica a una parte de la sociedad guayaquileña?
Quien le pone pelucón a la élite, a la clase dominante que tiene dinero, es el alcalde Asaad Bucaram. Hace más de 30 años parodió el término por una moneda española, a la que llamaban pelucona, donde aparecía Carlos II con peluca. De allí deriva el mote con el que ridiculizó a la élite burlándose con ese nombre de los políticos de derecha de entonces.
¿Cómo entender que al ciudadano que hoy llaman pelucón no vive en Guayaquil sino en Samborondón?
Porque aunque viva en jurisdicción de Samborondón sigue siendo élite. No por eso deja de ser guayaquileño porque toda su actividad general sigue estando en Guayaquil pese a que viva fuera.