El Museo Rodin de París enfrenta desde hoy 8 de abril estas dos formas de entender el arte a través de una exposición que, pese a la distancia temporal, estética y disciplinar de ambos artistas, demuestra lo similares que fueron sus obras.
En los trabajos del norteamericano no hay nada espontáneo, todo está cuidado al milímetro, mientras que el francés atacaba sus piezas de una forma más instintiva y arrebatada.
Mapplethorpe, uno de los fotógrafos más famosos del siglo XX, muerto en 1989 por problemas derivados del sida, se sitúa frente al parisino Rodin (1840-1917), padre de la escultura moderna, y el resultado, lejos de ser estridente, resulta bastante armónico.
“Es la primera vez que el museo enfrenta de esta manera dos disciplinas tan diferentes”, explica Heléne Pinet, una de las comisarias de la muestra, quien ve en este proyecto una forma de “renovar la mirada” sobre la escultura y la fotografía, al tiempo que se establece “un diálogo” entre dos de los creadores “más influyentes” en sus respectivas disciplinas.
“La fotografía se hace escultura, y la escultura, fotografía”, como si las obras del estadounidense completasen a las del francés y viceversa, apunta.
La exposición, que podrá disfrutarse hasta el 21 de abril, está ordenada a partir de siete temas: “Movimiento y tensión”, “Gusto por el detalle”, “Ensamblaje y composiciones”, “Materia y abstracción”, “Sombra y luz” y “Erotismo y condena”.
Coordenadas que vertebran una muestra integrada por 50 esculturas del Museo Rodin y por 102 fotografías cedidas por la Fundación Robert Mapplethorpe. El fotógrafo la fundó para promocionar la fotografía, apoyar museos y exponer arte fotográfico, así como para impulsar la investigación médica en la lucha contra el cáncer e infecciones relacionadas con el VIH.