Cuando a finales de noviembre de 1991, Eduardo Solá Franco habló sobre la exposición que presentaba en Quito tuvo reflexiones fuertes. “Si yo permanecía en el Ecuador no habría hecho nada” fue una de ellas.El artista (Guayaquil, 1915- Santiago de Chile, 1996) vivió e hizo la mayor parte de su obra en el extranjero. Estuvo en España, Francia, Italia, Polonia, Hungría, Austria, EE.UU., Perú, Chile, entre otros países. Pocas fueron las ocasiones que expuso en el país. Por ello, la exhibición que presenta el Museo Municipal de Guayaquil, ‘Solá Franco: El teatro de los afectos’ muestra parte de la obra del artista que, para muchos, es desconocida. Son cerca de 100 pinturas, acuarelas y dibujos. A ello se suman sus diarios ilustrados, que contienen unas 3 600 acuarelas, y ocho cortometrajes.Según Roberto Kronfle y Pilar Estrada, curadores de la exposición, muchos trabajos serán vistos por primera vez. La mayoría estuvo en el taller del artista en Italia y llegó al país después de su muerte. Luego, pasaron a colecciones privadas, tras una expresa disposición de que sean vendidos y que el dinero vaya a la beneficencia.Para armar la exposición se visitaron cerca de 40 colecciones privadas, en Guayaquil y Quito.Kronfle cuenta que Solá tuvo mucho rechazo entre los pintores y el ambiente cultural de Guayaquil de los años 30 y 40. Dos fueron las principales causas: procedía de una familia social y económicamente establecida y su obra no abordaba la temática costumbrista, vigente esos años.En su Diccionario Biográfico del Ecuador, Rodolfo Pérez Pimentel, registra un hecho ocurrido en 1932, tras una exposición colectiva en la Sociedad Filantrópica del Guayas. Con 17 años, el artista compartió con Eduardo Kingman, Galo Galecio, Antonio Nellolio y Enrico Pacciani.“Lo mío no agradó y solo vendí una acuarela de las 10 que expuse, pues allí no se comprendía lo que era el Art Decó. Y hasta hubo personajes que se disgustaron de mis extravagancias versallescas. Fui atacado y tuvieron los bomberos que defenderme”, dijo Solá.Pérez señala que Solá fue un leonardino (por Leonado da Vinci). Hizo dramaturgia, escultura, cuento, diseño, relato, coreografía, poesía, novela, danza…Luis Savinovich, albacea del artista, recuerda que tenía facilidad para los idiomas: hablaba cinco y eso le permitió ser un viajero impenitente. Escribió novelas y textos para teatro en francés e inglés.Sobre la obra y la exposición, Rodolfo Kronfle dice que “es una realidad fincada principalmente en motivos de mito, religión y fantasía. En cuestiones de estilo su raigambre fue simbolista con la incorporación de elementos del surrealismo que tuvieron un lenguaje personal y original”.La obra de Eduardo Solá Franco se exhibirá hasta el 10 de julio, de martes a domingo, de 09:00 a 17:30. El ingreso es gratuito.