El escritor colombiano Fernando Quiroz estuvo de paso por Quito esta semana. En las pocas horas que permaneció en la ciudad presentó su última novela, ‘Como un bolero’ -la noche del martes en la librería Rayuela-, compró juguetes para su hija de año y medio, Elena (“sin h”, se apresura a puntualizar), y conversó con este Diario sobre la literatura colombiana y su obra.
¿Cuántas líneas marcadas identifica en la literatura colombiana actual?
Yo diría que, superado el realismo mágico, se puede hablar de dos grandes líneas –y lo digo a riesgo de ser simplista–: una es la que aborda la realidad de la violencia y el narcotráfico, y la otra es la que no toca esa realidad.
En esa segunda cabe de todo’ también sus novelas.Exacto, yo estoy en este otro gran grupo, y sin temor de entrar algún día en el otro, aunque no creo que vaya a suceder, porque no me interesa. Pero tengo una novela que se llama ‘Algo huele mal’ (llevada al cine por Jorge Alí Triana) y que es una historia de infidelidad basada en un hecho real: la bomba que el narcotráfico puso en el Club El Nogal, en Bogotá (2003).
¿En ella aborda de algún modo la violencia?
No, la novela no trata el tema, pero la violencia es el telón de fondo de la trama.
Es la idea que maneja su compatriota Juan Gabriel Vásquez (Premio Alfaguara 2011), de acercarse a esa realidad violenta desde historias íntimas.
Claro, ese el caso de ‘Esto huele mal’ y la versión que se llevó al cine, incluso incluye humor en la historia y se desmarca aún más la temática de la violencia.
Su obra tiende a lo intimista y hace un rato dijo que no le interesa abordar la violencia, ¿por qué, si al ser un tema de moda entre jurados y lectores eso le aseguraría notoriedad?
Sin duda es así, eso vende. Y ese es el tipo de literatura que ayuda a construir la imagen de América Latina que afuera quieren ver. De hecho, esto ya lo dijo Antonio Ungar, otro colombiano, que fue premiado con el Herralde de novela (2010) por ‘Tres ataúdes blancos’ (thriller que trata la violencia política): “Me premiaron porque esta es la novela que los catalanes quieren leer de un colombiano”. Yo ya fui finalista de un premio con ‘Justos por pecadores’ y si vuelvo a recibir otro estaré dichoso, pero yo no puedo escribir pensando en premios o lectores. En mis planes inmediatos está meterme en una literatura aún más intimista.
El tono confesional de sus dos últimas novelas ¿es un rezago de sus fuertes vínculos católicos en el pasado?
Me gusta esa lectura’ Posiblemente lo sea. Mira la única vez que me he apartado de la primera persona es en ‘Como un bolero’. Y sí, yo creo que mi obra es absolutamente intimista.
¿Cuánto de autobiográfico hay en ‘Justos por pecadores’, que deja muy mal parado al Opus Dei?
Mucho. Yo estudié en un colegio del Opus Dei y estuve en esa secta durante un año.
Cuando era adolescente.
Sí, tenía 16 años. Esa novela la armé desde mi experiencia, y a eso sumé la experiencia de muchas otras personas
¿Gente que conoció ahí?Sí y no. Por ejemplo la escena del atontamiento del cura por las pastillas, con la cual comienza la novela, está basada en el caso de una española del Opus Dei a la que contacté y me contó que la tenían medicada sin razón. También cuento muchas cosas que le pasaron a un profesor mío que estuvo en el Opus como 10 años. Es que conozco bastante bien ese mundo por dentro.
Es un alegato en contra del Opus Dei’
Sí, y desde que viví eso siempre supe que iba a llegar esta novela. Pero siempre tuve claro que no quería escribirla desde el rencor, porque lo que iba a salir era un panfleto. De manera que la escribí mucho tiempo después, cuando las heridas ya habían sanado, aunque algunas cosas quedarán para siempre.
Entre esas marcas permanentes ¿se cuenta su alejamiento total de la Iglesia?
Creo que sí. Mi paso por el Opus solo aceleró un proceso de cuestionamiento profundo. Yo vengo de una familia absolutamente católica. Mis padres son de misa diaria… Pero aclarados los puntos y evitando ciertos temas en las conversaciones nos respetamos absolutamente.
Pese a la intención de desapegarse de las pasiones, su novela cae en la tentación del maniqueísmo.
Es posible. Pero yo creo que eso sería cuestionable o delicado si se tratase de un reportaje de prensa. Esto es literatura y estoy contando lo que viví y padecí.
¿Era su intención hacer una novela-denuncia?
Me interesaba contar cómo funciona ese mundo, que es un mundo fascinante para la literatura, pero solo para la literatura.