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Farhana o los colores de la música

Dos grandes piezas. A la izq.: ‘Rhapsody in blue’, de Gershwin; a la der.: ‘The rite of spring’, de Stravinski.

Dos grandes piezas. A la izq.: ‘Rhapsody in blue’, de Gershwin; a la der.: ‘The rite of spring’, de Stravinski.

Farhana Khan Matthies no sabía que era distinta a la mayoría de personas hasta que un día comentó con su hermana mayor aquello de los colores que escuchaba y de los sonidos que veía... Su hermana la miró raro y entonces Farhana prefirió nunca más hablar de eso y más bien solo dedicarse a pintar lo que escuchaba.Han pasado décadas desde entonces, y hoy Farhana exhibe su arte en galerías y centros culturales (su muestra ‘Caleidoscopio creativo’ está abierta al público hasta la próxima semana en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, en Quito). Aupada en un trastorno sensoperceptivo llamado sinestesia, esta artista británica se relaciona con el mundo a través de los colores; esos en los que dice vivir sumergida. De las siete partes en las cuales está dividida ‘Caleidoscopio...’, ‘Sinestesia’ es una de las más inquietantes por esa realidad distinta a la que nos acerca.

Así, en este grupo de pinturas, uno se encuentra con ‘Rhapsody in blue’, del compositor estadounidense George Gershwin. Y es inevitable ver la música que está plasmada en ese entramado caótico de óleo moldeado con paletas y con dedos; la fuerza de la imagen inmediatamente evoca la parte más rápida y dinámica de una rapsodia.

Junto a ese lienzo está ‘The rite of spring’ (La consagración de la primavera) de Ígor Stravinski, una pieza que la pintora dice es decididamente su favorita, “porque es fuerte y es extraordinaria”. El caos manda en la pared que sostiene estos dos cuadros, y que es una de las que proyecta más fuerza en todo el salón.

¿Es posible pintar los sonidos? Para ella es absolutamente natural, aunque el proceso no es automático ni sencillo. Si bien Farhana tiene la capacidad de traducir a colores los sonidos (cualquiera: una voz, un ruido, el sonido de unas hojas movidas por el viento, etc.), a la hora de pintar todo debe ser hecho con mucho orden. “Primero me empapo en la música (siempre pinta música clásica), escucho una pieza por horas o incluso por días, y luego me quedo en completo silencio con los colores que he captado del espíritu de la pieza; solo entonces empiezo a pintar. Ya no puedo escuchar nada más porque se me empiezan a mezclar los colores”. Cuenta, además, que todo debe hacerlo muy rápido; un lienzo grande puede tomarle entre tres y cuatro días, no más, pues ese ‘espíritu’ empieza a desvanecerse. Para pintar ‘The rite of spring’ estuvo dos semanas escuchando una y otra vez la obra de Stravinski. Pero de todas maneras, Farhana aclara que lo que se puede ver en el cuadro no es más que una parte mínima de la pieza “sería imposible captar todos los colores de una composición así en un solo cuadro”.

Caóticos como selvas enmarañadas, plácidos como suaves caídas de agua o enigmáticos como los resultados de un electrocardiograma, los cuadros de Farhana son explosivamente coloridos; en ellos, los colores primarios están muy presentes, sobre todo el rojo y el azul; a este último lo asocia más que nada con el Concierto para violín de Piotr Ilich Chaikovski. Y el rojo es, sin que ella misma sepa por qué, el color que lo permea todo, tanto que a veces “lo quito intencionalmente de mis pinturas”.

En la pequeña sala del Centro Cultural que acoge las obras que son fruto deliberado de la sinestesia (no todo lo que ella pinta está influenciado por esta condición), se agrupan uno junto a otro Songlines, Syllables y un poema de Rabindranath Tagore (para Farhana las palabras también tienen colores). Frente a sus obras, y mientras trata de explicar a una ‘no-sinestésica’ su mundo, hace una pausa, mira hacia el futuro, y habla de los sonetos de William Shakespeare que quiere traducir a colores.

¿Qué es la sinestesia?

De manera resumida, la sinestesia es una alteración de la percepción, mediante la cual el estímulo a través de uno de los sentidos provoca simultáneamente la sensación en otro.

Las sinestesias más frecuentes aunan percepciones visuales y auditivas, de modo que los sonidos, las palabras o la música evocan simultáneamente la visión de colores. Lo más habitual es que al enseñarle a un sinestésico números y letras evoque un color determinado, o determinados sonidos se acompañen también de visión de colores.

Otras sinestesias más raras incluyen sensaciones táctiles al escuchar sonidos, percepción de sabores al ver determinados objetos, o percepción de olores en relación con el tacto.

La causa es desconocida y suele ser más frecuente en las mujeres que en los hombres. Tampoco hay evidencia de que este trastorno perceptivo conlleve una mayor inclinación hacia las artes, aunque sí se sabe de muchos artistas –pintores y compositores principalmente– que veían colores al escuchar música.

Una alteración de la percepción que ha sido pródiga en el campo de las artes

Se dice que la obra del pintor ruso Wassily Kandinski estuvo atada a esta condición. Se dice que la música de Richard Wagner le provocó una de sus primeras y más intensas experiencias sinestésicas; fue durante una representación de la ópera Lohengrin en Moscú: “Mentalmente veía todos los colores, los tenía ante mis ojos”.

Otro artista que tenía sinestesia era el compositor ruso Alexander Scriabin, quien decía que la música de Beethoven raras veces le evocaba colores, mientras que la de Korsakov sí.

El compositor francés Olivier Messiaen se lamentaba de que nadie le creía que él podía ver la música.